Práctico desde hace mucho tiempo el arte del tapeo, de chiquitear, de echar la “ligailla” con el mismo grupo de amigos cada sábado. Y es que menudo invento ese de “tapar” la jarra de vino con una loncha de jamón, queso o salazón para proteger el contenido de moscas y moscones y de camino evitar que los cocheros y palafreneros fueran con la diligencia gobernada por las beodas manos de Baco en unos tiempos en los que había que andarse con ojo avizor por esos caminos.
Así que gracias a las previsoras medidas contra el chofer borrachín se instauró esa inveterada costumbre la de poner tapa con el vaso de vino y la caña de cerveza. Y siguen quedando no pocos sitios en los que el precio incluye bebercio y comercio y así nació el arte de la tapa que ha ido desgranando en las barras de los bares notables hallazgos culinarios en los que ya ha quedado prendida la leyenda y el mito: ya fuera por la manera de cantar el catálogo de aperitivos por el posadero de turno como la manera de llamarlas que incluso ha ido creando un argot singular para cada pueblo y comarca.
Recuerdo el purgatorio, el infierno y el cielo. Distintas maneras de preparar el lomo a la plancha. Los montaditos, los caracoles, las almendras fritas, el calamar, el calamarito, el mero, las setas con gnomo, el champi. El boquerón, el boqueroncito, el pulpo, la melva, el pincho de tortilla, los pajarillos de la huerta, la reconducida hamburguesa, el pinchito, la carne de monte, el estofado de jabalí, las “cocretas” caseras, la croquetas del profesional, el cazón adobado, la cazuela con el ajillo, los caracoles, el arroz, los chistes, las discusiones de fútbol, las últimas noticias sobre amores y desamores, lo que pesa la hipoteca, los niños pidiendo un euro para la máquina de bolas, pon otra ronda que esta le toca al que se ha ido a mear la tele con Indurarían subiendo el Tourmalet la Sánchez Vicario llenándose la faldita con la tierra batida del Roland Garros, Alonso metiendo marcha, vasos escarchados y en caso de duda, pues jamón y cuidado con el lápiz que eres muy ligero que nos tomamos 1 y nos apuntas 20 y ves llenando que tengo arroz pa comer
Así que gracias a las previsoras medidas contra el chofer borrachín se instauró esa inveterada costumbre la de poner tapa con el vaso de vino y la caña de cerveza. Y siguen quedando no pocos sitios en los que el precio incluye bebercio y comercio y así nació el arte de la tapa que ha ido desgranando en las barras de los bares notables hallazgos culinarios en los que ya ha quedado prendida la leyenda y el mito: ya fuera por la manera de cantar el catálogo de aperitivos por el posadero de turno como la manera de llamarlas que incluso ha ido creando un argot singular para cada pueblo y comarca.
Recuerdo el purgatorio, el infierno y el cielo. Distintas maneras de preparar el lomo a la plancha. Los montaditos, los caracoles, las almendras fritas, el calamar, el calamarito, el mero, las setas con gnomo, el champi. El boquerón, el boqueroncito, el pulpo, la melva, el pincho de tortilla, los pajarillos de la huerta, la reconducida hamburguesa, el pinchito, la carne de monte, el estofado de jabalí, las “cocretas” caseras, la croquetas del profesional, el cazón adobado, la cazuela con el ajillo, los caracoles, el arroz, los chistes, las discusiones de fútbol, las últimas noticias sobre amores y desamores, lo que pesa la hipoteca, los niños pidiendo un euro para la máquina de bolas, pon otra ronda que esta le toca al que se ha ido a mear la tele con Indurarían subiendo el Tourmalet la Sánchez Vicario llenándose la faldita con la tierra batida del Roland Garros, Alonso metiendo marcha, vasos escarchados y en caso de duda, pues jamón y cuidado con el lápiz que eres muy ligero que nos tomamos 1 y nos apuntas 20 y ves llenando que tengo arroz pa comer
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