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Mostrando entradas de marzo, 2019

ESTORNUDOS PÚBLICOS

Todo el mundo habla de lo peligrosa que es la gripe pero pocos se ocupan del humilde catarro que llena de pacientes moqueantes las salas de espera en los centros de salud. La malévola cepa de la gripe, la muy jodía, muta cada temporada, nos acojona con el apellido de A, B, Aviar o Porcina pero mientras los resfriados van minando nuestras defensas con los cambios de temperatura, las calefacciones mal entendidas y salir en mangas de camisa a la calle sin consultar que hace un frío que pela y con esos trasquilones los agentes catarrales se cuelan dentro de nosotros en un maldito caballo de Troya hecho de tiritonas, toses, esputos y narices goteantes. La situación con el cambio de gobierno no ha hecho nada más que empeorar. Las puertas abiertas, las corrientes de aire, enfrentarse al exterior tras tantos años en un microclima de confort está haciendo que muchos ciudadanos sean fácil presa del enfriamiento, el escalofrío y el destemple. Parece que tampoco les va a mejor a los qu

TRIUNFOS

Las grandes victorias están construidas por pequeños triunfos cotidianos. Pequeñas victorias domésticas. Minúsculas superaciones diarias. Sin ellas las grandes gestas serían meros gestos vacíos, parafernalia inútil. Hay que ganar a cada jornada. Hay que triunfar a cada minuto para que el andamio nos sostenga y dejar de hacer caso a tanta milongas y a tanto cantante y canto de sirenas que abogan por la gran hazaña sin tener en cuenta que el trabajo callado y sostenido es lo que merece la pena. Vivimos en unos momentos en los que sólo importa la victoria sobre el adversario. Pero para ello hay que estar preparado y prepararse. Hay que saber, más que perder, ganar y hacerlo con generosidad. Hoy en día los mensajes que nos llegan desde los atriles públicos no es otro que la de diezmar al adversario, pasarlo a cuchillo para dar escarmiento, exterminar la resistencia y su memoria, ganar por goleada, vencer hasta humillar, ganar hasta ahogarse en los festejos por la victoria. No

MIS DÍAS AZULES SON MÍOS

El otro día me dijeron que yo era de derechas porque me gustaba más Paul McCartney que John Lennon. Tal afirmación de mi contertulio se basaba en que, el beatle con gafas, era un músico más progresista porque había compuesto himnos como “Power to the People” o que rechazó la medalla de la Reina por se coherente con sus ideas. Mientras que el otro, el beatle guapito, era un ñoño que se había vendido al mercado haciendo “tontas canciones de amor” como “yesterday” o “Let it Be”. Muy sorprendido yo le respondí a mi interlocutor que se estaba dejando llevar por una percepción falsa y que ni Lennon ni   McCartney tenían nada que ver con ese estereotipo que había ido surgiendo desde la prematura muerte del primero. Ni Lennon era tan progre, compuso una oda al maltrato femenino como el “Run for your Life” ni McCarnety era tan sonsólico ya que compuso piezas precursoras del punk como “Helter Skelter”. Pero mi colega insistía, sin tener en cuenta mis argumentos en que yo era un con