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Mostrando entradas de marzo, 2020

DIARIO DE UN CONFINADO

Lo más ominoso es el silencio. Esa sensación de irrealidad que se levanta como una espesa niebla cada amanecer desde las calles y avenidas desiertas. El rumor de motores y el faenar de talleres y fábricas ha sido sustituido por el eco de los buenos días del vendedor de periódicos. Su saludo rebota en las fachadas de los edificios y en la tela de su mascarilla, de confección casera, que usa como recordatorio de que el enemigo sigue ahí. Agazapado en un estrechar de manos inconsciente. En la huida de una tos que aparece por sorpresa o en el alivio de un repentino picor en el lagrimal. Los escasos peatones que me encuentro nos miramos huidizos, embozados y dejando espacio suficiente para que sirva de frontera al maldito virus. Los pasos resuenan esquivos en los escaparates y cierres de los comercios y los pasajes comerciales están hasta huérfanos de mendigos. Los cajeros automáticos se han quedado sin huéspedes, los sintecho han desaparecido con sus bultos, mantas y perrillo

MEMOS Y MEMES

Ha pasado el tiempo de los memes y de las parodias en videos de instagram y tiktok. Esto va en serio. Tanto que a mucha gente le está costando la vida. Lo de salir todas las tardes al balcón se está convirtiendo en una rutina obligada por una situación de la que nadie conoce antecedentes y menos aún tienen experiencia para acometerla y gestionarla. Estamos haciendo historia. Estamos escribiendo los libros que se editarán dentro de unos años y no sabemos aún cómo y dónde poner la palabra fin. La verdad es que verles las caras a nuestros representantes por televisión es algo que mueve a la intranquilidad. De alguna manera, ignoro si es torpeza o habilidad del Covid-19, los politicastros no paran de dar positivos en los test de coronavirus. Son tan vulnerables, como los demás a este enemigo invisible, inesperado, implacable e impredecible. Asñi que salen por la pequeña pantallas con un rictus desencajado, con los nudos de las corbatas torcidos y con las manos nerviosas de tanto habérs

PARA SEPTIEMBRE

Todos estamos encerrados en casa. Hemos entrado en un territorio desconocido. Nosotros que somos tanto de salir y andar callejeando nos vemos confinados por la amenaza invisible que ya ha dejado centenares de muertos, miles de infectados y puesto de manifiesto la condición, actitudes y aptitudes de nuestros vecinos y de los que dicen estar al mando. “Que los dioses te libren de vivir tiempos interesantes” dice un viejo aserto chino y que nos viene que ni pintiparado para referirnos a estos momentos que servirán para llenar varios capítulos de los futuros libros de historia. Un presente en el que la desazón, las tribulaciones, las dudas y el titubeo por no saber que hacer, que decir o que escribir nos encogen el alma al ver las calles vacías, los bares cerrados y silenciosas las carreteras. Todo lo que creíamos tan sólido, tan duro como la piedra, se nos ha ido diluyendo y erosionando con la lluvia de estadísticas sobre el aumento de los contagios. El Covid-19 hasta el consuelo de l

VIRALIDAD

Malos tiempos para ser viejo. Se les va poniendo dura, la existencia, a los mayores a cada día que pasa. El otro día un abuelo llamó a la radio para quejarse de cómo los medios contábamos que, afortunadamente, los que cascaban por el coronavirus eran, en su mayoría, personas de edades avanzadas y con patologías previas ¡COMO SI LOS VIEJOS VALIERAMOS MENOS! Le espetó al teléfono. No le falta razón a este señor. Parece que como si este virus viniera a clarear la era y a limpiar residencias y sanatorios. Tengamos sensibilidad. Todos somos iguales ante la ley aunque no ante los virus. Tengo un amigo que cuando pasa por la esquina de las esquelas de mi pueblo cuenta las bajas por “muñecos”. Si hay un santo en el pasquín es que el muerto es reciente y si sólo hay una cruz se trata de un funeral del mes o del año. Ahora hay más muñecos que antes y los seguirá habiendo con o sin esta súper gripe que está acojonando a todo el mundo. Tampoco es que esto se vaya a convertir en un capítulo