La cosa esta muy mala, pero que muy mala. Tan mala que ayer mismo un amigo me decía que tuvo que comprarse un almanaque a primeros de año porque ninguna empresa le ha envió uno de esos de propaganda como todas las navidades.
Tampoco, me dijo, han regalado las tradicionales agendas o bolígrafos para felicitar las fiestas, así que se tuvo que comprar una libretilla y un dietario cuando hace años los tenía que tirar de tantos como recibían.
Y es que la cosa está mala, muy mala. Tanto que hasta ofertas especiales para desempleados se han sacado de la manga, para irse al Mar Menor, las agencias de viajes y así amortiguar la larga caída sin frenos en la que viaja la economía en este estío de hastío y depresión financiera.
Entre tanto aquí en Jaén las cosas cambian poco o si lo hacen lo hacen a peor. El alcalde dice que hay que ahorrar en el recibo de la luz y que no hay que dejarse las farolas encendidas más de la cuenta y que la factura de la ídem es demasiado larga, tan larga como los nombres en nómina municipal. No hay para llegar a final de mes y no hace falta que usted lo jure que es algo que ya le pasa, mensualmente, a cientos de miles de las familias que tuvieron que renunciar al postrecillo de lujo los domingos para ir ajustando el gasto al presupuesto disponible.
Lo del tranvía tiene mala pinta, casi tan mala como la prima de riesgo y su relación con la deuda soberana y la vía muerta sigue viva en todas y cada una de las comparecencias públicas de los que nos gobiernan. Gobernantes que ahora se enzarzan en otra discusión estéril a cuenta de sus cuentas y sus rentas y la publicación de las mismas. Lo poco que sabemos de los ingresos de los cargos electos es que la mayoría ganan bastante más que los que no se presentan a las elecciones. Lo que me hace pensar dos cosas, que no son excluyentes la una de la otra: o estar en política es rentable por encima de la media del jornalero medio, o sólo están en política los que tiene bien cubeirto el riñón y no necesitan un almanaque publicitario para saber cuando les vence el recibo de la hipoteca. Y es que la agenda se la lleva un asesor pagado con dinero público.
Publicado en el Diario ideal el domingo 24 de julio
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