
Se dibuja con el pincel del viernes otro fin de semana del mes de julio que se va por el desagüe del calendario rumbo en dirección contraria al puente de Santiago que, en esta tierra morisca y de frontera, poco cabalgó y menos blandió su espada así que Jaén seguirá siendo tierra de paso para vacantes que buscan las orillas del mediterráneo.
Un largo puente que se queda corto al infinito bucle melancólico de los puentes de Jaén y las casas que allí se hicieron.
Que si presa, que si libre, que si laminación, que si cauce, que si tiramos 20, que si no tiramos ninguno... y así han pasado no pocos años y unas cuantas riadas que han dejado en evidencia a los que no haciendo nada tenían que haber hecho algo.
El problema de los puentes sigue siendo un problema y eso que todo el mundo ha dado soluciones, pero a lo no hecho le sacan pecho los de la cosa pública diciendo que donde iba a ir una presa ahora no irá nada y donde se demolían 3 casas ahora son sólo 50.
En fin un claro ejemplo de gestión pública en una historia publicada y republicada que sigue aprovechando titulares de hace años, es decir con solera y crianza en barril de roble americano.
Y eso por no hablar del cerro de las canteras que sigue a la intemperie sin que el parque público pueda ser visitado por público alguno. Son las paradojas de este Jaén que pone cara de fiesta al fin de semana que viene apretando al mes de julio hacia el final y al inicio de la tribulación de los alcaldes que tienen que buscar pasta, que con poca no basta, para abonar las nóminas.
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