
Nuestra infancia suele guardarse en una lata de carne de membrillo llena de fotos en las que el velo del tiempo va dejando una sensación de largos y cálidos veranos e inviernos de narices y orejas rojas. Postales desde la frontera de la memoria que nos devuelven el tacto y los olores de la gente y de la cosas.
Fotografías que, de cuando en cuando, remiramos para volver a aspirar el aroma de raspadura de tiza, de la madera de los pupitres y de las rodelas a las que el sacapuntas reducía los lápices de colores Alpino.
Camisetas blancas, de tirantes y pantalones azul mahón formando para la tabla de gimnasia en una mañana de enero con el sol iluminando apenas el vaho de las respiraciones.
Frufrú de bata blanca y éter y la voz grave de un médico mintiendo al decir que aquello no te iba a doler cuando cortaba por la sano y te consolaba diciendo que lo de las anginas era aún peor.
Calles sin coches y vacaciones interminables, durmiendo la siesta a la sombra de la enredadera del enorme patio. Tarde de jazmines y bocadillo de tortilla francesa con una televisión en blanco y negro.
Ponerse rojo como un camión de bomberos al verla venir hacia ti. Besos y pellizcos de tías y abuelas. Calderilla que abría la puerta al mágico mundo que te vendía peseta a peseta el quiosco.
Libros y tebeos, camiones de chapa y espadas de madera.
Todo y eso más en una lata de carne de membrillo que de cuando en cuando abrimos para que la memoria no se nos haga adulta.
Comentarios
Este año el pregon sera un exito.
Saludos de una paisana.
Gracias Jesús serás un abuelo cebolleta con todas sus ventajas e inconvenientes
Saludos paisana y te espero en la plaza del Ayto.
Y no, no Aremtneros esto nada tiene que ver, como ya te dije, con el pregón
Abrazos a todos