Es
tiempo de rebajas. Temps de rebaixes que me dice mi espotifai, entre canción y
canción de Ceronoventayuno, contaminado por el ambiente de cánticos regionales
que se respira. Hasta la publicidad me sale en el idioma de Pla. Anda la cosa
rara muy rara. Si Prim levantara la cabeza se la doblaban otra vez, por el
enorme peso, los testículos de su caballo. Mandan los güevos equinos mientras
los callejones de la política se enrevesan como la trama de una aventura de
Poiret. No se puede uno tomar un café sin que le asalte en la barra del bar la
duda sobre si ha madrugado para tangarle los impuestos a los que defienden el
prussés. Cada tostada me sabe amarga porque está regada con el aceite del per. Ahora
resulta que poner a toda leche el Qué Bonito Está Jaén del Payo Juan Manuel es
de ser españolistas y centrípetos. Hay que tener sensibilidad con las minorías.
Se les olvida a muchos defensores de la plurinacionalidad que está provincia ha
sido sensible y generosa. Tanto que se ha dejado desangrar en intermitentes
oleadas de emigrantes que han dejado tullido a este terreno al que le duele el
muñón de la generación perdida. Al que le escuece la herida abierta por la que
se le siguen yendo los que tendrían que apuntalar el futuro de estas campiñas
olivareras y quebrancías serranas. Así nos van las cosas mientras que nuestros
representantes juegan al risk olvidando que el mandato que tienen es el de
arreglar los problemas y no crearlos. Las urnas les ordenaron que se pusieran
de acuerdo. Que aportaran orden y concierto y por lo que se ve, se oye y se lee
no están por nuestra labor. Más bien están por la suya. La gente lo que quiere
es llegar a final de mes. Se diga como se diga en cada valle o altiplano. La
gente lo que quiere es que la dejen en paz porque está hasta el gorro de
asaltar palacios de invierno para que luego les asalten a ellos la cartera con
el diezmo en nombre de tal cual revolución, tal o cual rey o tal cual la
república. Temps de rebaixes en todos los sentidos. Tempo de vendas en las
expectativas que teníamos para que algo mejorara. Denbora ren deskontuak en las
esperanzas de poder alcanzar un objetivo común. Menudo escaparate
Desde hace unos meses que andan los actores políticos de aquí para allá y de allá para aquí dándole vueltas a los millones de la Inversión Territorial Integrada, la celebérrima ITI, y en qué se los van a gastar. Una día sí y otro también los papeles y los micrófono recogen las declaraciones de los artistas protagónicos, secundarios y hasta de los extras que están para hacer bulto y ruido en la escena, sobre el destino de los más de 400 millones que van a llegar a esta provincia tan ajena a las alegrías presupuestarias y tan huérfana de cariño administrativo. Qué si una carretera, que si un polideportivo, que si una rotonda, que si una plazoleta, que si un teatrico, que si una piscineja, que si tal que si para cual y para lo de más allá. Así llevan semanas amasando la ITI y sus dineros de comarca en comarca y de casa consistorial a casa consistorial prometiendo que la lluvia, de millones, está al caer y que habrá que ir comprándose cubos, barreños, damajuanas, orzas, tazones...
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