Andan sus señorías en sus señoríos y escaños enredados entre tanto cable de aifones y aipades que se han comprado con el dinero de los que les votan en sus cosas y en sus casos. Tirándose a la cabeza los trastos y los róuteres güifis del internet fetén que se han colocado en sus casas para que no les falte ni mijita de posibilidades de enterarse, por otros, de las cosas que dicen ellos y de lo que de ellos dicen otros. Que no es lo mismo que yo te diga a ti que eres un tuercebotas que leerlo en la pantalla amoled del esmarfon y firmado por un periodista de prestigio, de esos que salen en las teles gritando, con la vena hinchada como una “patiño” de la diestra o de la siniestra, que en caso de gritos y venas lo mismo da la dirección que tome el escorzo si la escora es buena. Que el insulto cuando viene con firma cara es hasta mejor que un halago anónimo. Ese mismo desconocido que firmó el Lazarillo para dibujar a estos pícaros de la cosa pública
Pero como les decía, nuestro diputados y diputadas se han gastado un pastizal en tecnología de vellón. Un pastizal que ha dejado otro calvero en la era de estos tiempos atribulados de hierba rala. En total medio millón de “leuros” se han pulido, como el que no quiere la cosa, mientras mis niños estudian filosofía en decúbito prono y teoría de conjuntos en decúbito supino. Que mis niños irán a colegio público pero se tiran al suelo (“ground” si el colegio es bilingüe, dear Mrs Mato) con conocimiento de causa mientras su abuelo, que es de la misma Bailén olivarera se toma medio (de vino de la cooperativa de la vid Santa Gertrudis) con habas en la taberna de la esquina a la salud del peluquín perdido de Durán i Lleida y paga con los jornales del PER que le paga un tal Griñán que sigue sin enterarse por donde le vienen, si desde Merca Sevilla o del país de los Eres misteriosos.
Menos mal que nuestros representantes son sensatos y se han abrazado a los designios y diseños del finado Steve Jobs y le dan como locos a las windows de sus nuevos juguetes electrónicos para que sepamos que la luz, faro y guía de esta nación, que va de popa como el barco cayendo al maëlstrom, son capaces de agenciarse unos movilacos y ancho de banda de 30 megas sin tener que hablar con Marilinda, la operadora de asssento caribeño, para que les haga una oferta irresistible o amenazar con irse a otra compañía. ¡Joé que compaña!
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elCatite