Mira
que han pasado años y se han hecho fotos, se han grabado imágenes y se han
oxidado tijeras a lo largo de todo ese tiempo, pero no hay nada que más le guste a un
prócer que inaugurar algo, lo que sea. Algo tiene que tener la cinta de
colores, coincidentes casi siempre con los que simbolizan el territorio en el que
se ubica lo inaugurable, para atraer a bandadas de corbatas y collares de
madreperlas cultivadas. Da igual lo que se piense u obligue a decir que se
piensa el carné que identifica a cada cuál: las inauguraciones son un autentico
festín para el poder: Yo puedo, ergo empuño la tijera y corto la cinta de
colores. Y así sonríen a cámara diestra y siniestra y posan con un retalito de
la bandera del país, la región o la comarca. Pero hoy no, hoy en este rincón los que saludan al
respetable desde la foto no son los de siempre, no son los de gesto
profesional, son los profesionales de recoger los gestos y de esperar a que
lleguen los del guiño al público con las tijeras en la mano y la sonrisa
experimentada por los años de ejercicio. Pero hoy no, hoy les ha tocado a los
que recogen esas caras encantadas de haberse conocido cortando cintas, recortando presupuestos.
Desde hace unos meses que andan los actores políticos de aquí para allá y de allá para aquí dándole vueltas a los millones de la Inversión Territorial Integrada, la celebérrima ITI, y en qué se los van a gastar. Una día sí y otro también los papeles y los micrófono recogen las declaraciones de los artistas protagónicos, secundarios y hasta de los extras que están para hacer bulto y ruido en la escena, sobre el destino de los más de 400 millones que van a llegar a esta provincia tan ajena a las alegrías presupuestarias y tan huérfana de cariño administrativo. Qué si una carretera, que si un polideportivo, que si una rotonda, que si una plazoleta, que si un teatrico, que si una piscineja, que si tal que si para cual y para lo de más allá. Así llevan semanas amasando la ITI y sus dineros de comarca en comarca y de casa consistorial a casa consistorial prometiendo que la lluvia, de millones, está al caer y que habrá que ir comprándose cubos, barreños, damajuanas, orzas, tazones...
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