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POZO

Las habitualmente tranquilas aguas del pantano jienense; esta provincia presume de tener la costa interior con más kilómetros de España, se han visto alteradas por las turbulencias que llegan desde mercasevilla y ese mercado de chalaneo y ventajismo de poltrona y moqueta que se agarraba, no al dinero ajeno si no al nuestro, para hacer suya la riqueza.
Las ondas de esta pedrada baten contra las paredes de los embalses jienense y ya han saltado por el aliviadero un sindicalista y su mujer, que presuntamente, se habían hecho con una paguilla mensual gracias a los expedientes de regulación de empleo que se han organizado: compañeros, les decía, aceptar el acuerdo que me quedan un par de letras de la casa de campo todavía por pagar.

Este escándalo parece de tal magnitud que nadie ha querido romper, ni una lanza ni dos, sobre todo porque uno de los mentes pensantes se apellida Lanzas y de nombre Juan que al parecer ha ido bautizando a siniestro y con notable destreza convolutos, comisiones, pagos, mordidas y arrebaños variados sin que la autoridad se diera cuenta hasta ahora casi 10 años después.
Señora, le han dicho a la Junta, esta usted sangrando hasta 700 millones, gracias por el aviso ha respondido y sus asesores y porta carpetas intentan tapar el sol con un dedo que ilumina un pozo en cuyo fondo sisean miles de reptiles con la barriga llena.

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