LA OFICINA SINIESTRA.

Estoy casi seguro que Maricarmen la de recursos humanos duerme en una cama con la cabecera hecha de fémures humanos. En 7 años que llevo aquí jamás ha salido a tomar café y Fuentes, el de las fotocopias, jura y perjura que la carpeta en los que guarda los nombres de los candidatos a ser despedidos está hecha con piel de becarios.

Y que decir de Perales, el jefe de mi sección, está muy cambiando desde hace un tiempo. Tiene la vista perdida y babea sobre el teclado del ordenador, pero lo que más me preocupa es que ya ha dejado de llevarse folios para sus niños y clips para la maqueta de Notre Damme que estaba preparando.
Lo más curioso del caso es que casi nadie parece darse cuenta de lo que ocurre, afanados como están con el dichoso Internet chateando con los de la planta de arriba y jugando al tetris mientras los expedientes se amontonan sobre lo que parece son los restos de Rafa, el de prácticas… y no de deber ser otro porque he reconocido la bolsa del supermercado con la compra que le hacia, a diario, a Lurditas la vampiresa, que se ha cambiado al turno de noche de pronto.
Es más la bombona de agua se ha llenado de renacuajos y una tela de araña cubre los grifos y los vasos de plástico.

La gente ya no sale a desayunar a la cafetería de Ramón, el de la esquina con café y media a un euro, y las ventanillas de atención al público siempre están abiertas aunque llenas de arañazos y manchas de algo que parece sangre, aunque Fermín el ordenanza me dice que son manchas de pintura y que no me preocupe que mañana mismo limpia aquello y que dejé de mirar a la papelera ya que lo que pestañea en el fondo no es la cabeza de un cliente en mitad de un memorando anulado.

Todo este me asusta y me está poniendo nervioso pero lo que mas me acojona es que los liberados sindicales hayan vuelto a sus mesas y que nadie se haya tomado el puente del 1 de mayo