
Pues ya lo ven. Acabamos de llegar a Farpoint. Fin de trayecto. El capitán Picard está recogiendo sus cosas y el teniente Data descuelga de su camarote un póster de James Tiberius Kirk. Yo hago mutis por el foro del puente de mando después de 10 años de viajar por el aire del espacio a velocidad factor 8.
La Enterprises atraca en Espacio profundo Nueve y lo hace como en su día lo hicieron la Santa María flanqueada por la Pinta y la Niña. Con las cuadernas abiertas por el salitre del océano y el tiempo. Arribando a puerto tras descubrir un nuevo mundo.
Todo termina y Nemo lo sabía. Fondeo al Nautilus en una cala subterránea para esperar que la isla misteriosa dejara de serlo por culpa de unos náufragos del cielo que llegaron a bordo de un globo. Muy parecido al que, en apenas un mes, cruzó África de parte a parte dando sombra a las manadas de ñúes y cebras.
Se acabó lo que se daba. El meritoriaje ha terminado y ya se han entregado los despachos con los más diversos destinos. El Nostromo seguirá río arriba en busca del coronel Kurtz. Allí donde el sol amanece oliendo a NAPALM.
También hay vacantes en el Titánic y en el HMS Terror en busca del paso del noroeste o a la caza de grande Icebergs. Tengo una carta de Acab que me ofrece trabajo para cazar a una tal Moby Dick y de Jason, no el yeison de viernes 13, para pilotar el Argo.
Pero es tarde para ser capitán de 15 años o marinero de la Bounty. Como decía el instructor de la academia de la Flota Estelar, Larga vida y Prosperidad para seguir viviendo la aventura del aire
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