Luzco un “chemise” Lacoste verde mientras visito las dependencias del Museo Internacional de Arte Ibérico. En una de las salas veo como un guerrero da matarile a un reptil verdinegro con su lanza. Impresionante contenido. Impresionante continente.
Estoy contento, hace una hora que en la ciudad sanitaria me han entregado la hoja verde con el resultado de mis análisis: estoy como un lagarto al sol, sano como una pera. Ardo en deseos de contárselo a mi señora que ha llevado al mayor a su primer día de trabajo en el Palacio de Justicia. Le he comprado una corbata azul-verdosa para que le de suerte.
Me suena el móvil. Es un mensaje: inauguración del parque arqueológico de Marroquíes Bajos. 12’30 horas. Sala del dragón verde. Aprieto el paso, me llaman y advierten de que hay un soberano atasco en el túnel del Castillo. La J-30 está a tope y el paso elevado de la Bariloche sigue en obras. Así que llamó a una compañera que disfruta del verde de la sierra, entre lagartijas y tortilla de patatas, del parque periurbano del cerro de Santa Catalina. Le digo que se de prisa, que hay trabajo por delante y de un salto me subo al tranvía que pasa por mi lado. Pago el billete y miró el verde raído del interior y el lagarto del logotipo que ha perdido el rabo. Hay que ver como pasa el tiempo. Para que luego digan que las promesas en campaña no se cumplen. Si hasta Madrid tuvo sus juegos olímpicos Jaén no se iba a quedar sin tranvía.
Estoy contento, hace una hora que en la ciudad sanitaria me han entregado la hoja verde con el resultado de mis análisis: estoy como un lagarto al sol, sano como una pera. Ardo en deseos de contárselo a mi señora que ha llevado al mayor a su primer día de trabajo en el Palacio de Justicia. Le he comprado una corbata azul-verdosa para que le de suerte.
Me suena el móvil. Es un mensaje: inauguración del parque arqueológico de Marroquíes Bajos. 12’30 horas. Sala del dragón verde. Aprieto el paso, me llaman y advierten de que hay un soberano atasco en el túnel del Castillo. La J-30 está a tope y el paso elevado de la Bariloche sigue en obras. Así que llamó a una compañera que disfruta del verde de la sierra, entre lagartijas y tortilla de patatas, del parque periurbano del cerro de Santa Catalina. Le digo que se de prisa, que hay trabajo por delante y de un salto me subo al tranvía que pasa por mi lado. Pago el billete y miró el verde raído del interior y el lagarto del logotipo que ha perdido el rabo. Hay que ver como pasa el tiempo. Para que luego digan que las promesas en campaña no se cumplen. Si hasta Madrid tuvo sus juegos olímpicos Jaén no se iba a quedar sin tranvía.
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publicado en el semanario jaén21 el 4 de abril.
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