Y ahora qué se pregunta Robert Redford en la última escena de “El Candidato” tras haber ganado las elecciones. Y ahora qué nos preguntamos todos los españoles. Qué debe de pasar a partir de este momento. Y ahora qué y las respuesta no es otra que el cambio es necesario porque tanto esfuerzo de elegibles y electorales no haya sido en vano.
Todo lo pegado, todo lo grabado, todo lo insultado, todo lo reprobado, todo lo mentido, todo lo prometido, todo lo dicho, todo lo oído, todo lo callado, todo lo apuñalado, todo lo herido, todo lo curado, todo lo robado, todo lo dado, todo lo señalado, todo lo escondido, todo lo ocultado, todo lo enseñado, todo lo que se ha exhibido en los atriles de esta larga campaña electoral debería servir para que por fin crucemos el dintel del protocolo, del convenio, de la firma, del estímulo, del deseo, de la promesa y que se adopten decisiones y se hagan cosas.
Que quienes les votaron y los que no, se sientan orgullosos de quienes ponen la cara en los carteles y no las carteras para llenarlas de otros cuatro años de carpetas, de colas en la ventanilla, de baches en los caminos, de vías muertas y de homenajes a Larra: “vuelva usted mañana”.
Más allá de las sienes que ciñen el laurel de la victoria es necesario que se perfile otro ritmo para que no les tomen el voto en vano y que la respuesta al “y ahora qué” de Redford sea: por fin lo hemos hecho y no un: necesitamos otra lelisgatura más para acabar lo que nunca iniciamos.
Todo lo pegado, todo lo grabado, todo lo insultado, todo lo reprobado, todo lo mentido, todo lo prometido, todo lo dicho, todo lo oído, todo lo callado, todo lo apuñalado, todo lo herido, todo lo curado, todo lo robado, todo lo dado, todo lo señalado, todo lo escondido, todo lo ocultado, todo lo enseñado, todo lo que se ha exhibido en los atriles de esta larga campaña electoral debería servir para que por fin crucemos el dintel del protocolo, del convenio, de la firma, del estímulo, del deseo, de la promesa y que se adopten decisiones y se hagan cosas.
Que quienes les votaron y los que no, se sientan orgullosos de quienes ponen la cara en los carteles y no las carteras para llenarlas de otros cuatro años de carpetas, de colas en la ventanilla, de baches en los caminos, de vías muertas y de homenajes a Larra: “vuelva usted mañana”.
Más allá de las sienes que ciñen el laurel de la victoria es necesario que se perfile otro ritmo para que no les tomen el voto en vano y que la respuesta al “y ahora qué” de Redford sea: por fin lo hemos hecho y no un: necesitamos otra lelisgatura más para acabar lo que nunca iniciamos.
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publicado en el semanario Jaén21 el 20 de marzo.
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