Se
acaba el año. Las cuadrillas de aceituneros se afanan en recoger la cosecha en
mitad de este veranillo de San Silvestre. Jornaleros en manga corta y de
jornada intensiva. Las cosas cambian y el clima nos está dejando estampas insólitas
en este invierno debilucho y acomplejado. Se echa de menos a la escarcha. Esa
señora blanca y afilada que poner firme a las hierbas de cunetas y solares
abandonados. Los árboles esperan que las heladas pulsen, de una vez por todas,
el interruptor y detengan su proceso vegetativo. Los olivos, con estas calores,
tienen una sobredosis de viagra. Sus urgencias siguen erectas desde primavera y
corren riesgo de, con tanta y tan prolongada rigidez, quebrarse y abortar la
cosecha del año que viene. Así andan los olivares acunados por el zumbido de
los quads y el ronrroneo de sopladoras y vibradoras que estimulan sus ramas
para que dejen caer el fruto. Hace tiempo que los pajarillos desaparecieron
huyendo, no se sabe donde ni a cuando, de la batahola de relés, latiguillos e
hidráulicos que atrona las fincas. Estruendo de motores que han acallado las
canciones populares, las letrillas picantes y los chistes verdes que las
matronas, mientras empujaban la espuerta entre los troncos de los olivos, lanzaban
al frío aire de diciembre para sacarle los colores a las mozas y a los zagales
que tiraban de mantones y cribas. Tradición pespunteada por el ritmo de las
varas golpeando harapos vegetales y arengas de manijeros que olían a tabaco de
liar y a chaqueta de pana. Aceite y aceituna, a veces mucha, otras ninguna. Se
acaba el año y la cosecha también. Refranes y ripios: aceite abundante, buen
año por delante. Es la fotografía que enmarca a la provincia en este día de los
Santos Inocentes en una época en la que no estamos para bromas. El calendario
se cierra a 2015 y en breve se convertirá en pavesas en la hoguera que ya está
encendiendo el nuevo año. Olivo, bruto, que a fuerza de palos da su fruto.
Molinos y almazaras prensan la realidad provincial y la decantan. La gotean en
papeles de periódico. Son las manchas de una historia detenida en envoltorios
de pescado para nochevieja. Papeles que se convierten en monigotes que colgar
en la nuca a los pardillos. Aviones de papel, drones entintados de relamidos
gatos risones que se empeñan en desorientar a una alicia aceitunera. Es la
campiña de Cheshire llena de conejos blancos que siempre llegan tarde a su
futuro resbalando en el aceite que cubre el suelo. Nos leemos el año que viene
En Cataluña dicen que van a cambiar la Navidad por la fiesta de invierno y la Semana Santa por la fiesta de la primavera. Una consejo del Consejo Escolar de la región. Es decir que el popular "caganer" se quedará sin sitio para hacer sus deposiciones ya que en la fiesta de invierno no caben tampoco los belenes. La verdad es que cada día que amanece el número de tontos crece y no paran de buscar agujeros para meter la pata por decreto. Por el momento en los colegios de Jaén está permitido que los chavales se deseen felices Pascuas, pero si la ola catalana prospera de dificil manera se podrá casar ideologicamente la imagen de la alcaldesa socialista entregando, arrobada, su bastón de mando a la imagen de Nuestro Padre Jesús con esta mania de sustituir el crucifijo por una foto del presidente autonómico o a los reyes magos por un vejete con sobrepeso vestido de terciopelo rojo.
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