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DESARTES




Chapuzas de cocodrilo. Para una vez que un proyecto gustaba a casi todos van y lo joden. Se la han vuelto a jugar a esta ciudad tan dada a discutir sobre la altura de las grebas de los aqueos o sobre el grado de concavidad de sus barcos. Los siervos de la gleba aplauden el debate de sus señores mientras que las defensas caen. Al polo jaenero lo van a desmarcar. Van a dejarlo en niki de marca blanca. Jersey de mercadillo. Ropa de hacendado. El lagarto hay que quitarlo. El Lacoste no pudo ser porque siguen empeñándose en que el poder es tener razón cuando es la razón lo que te lo da. Contrataron a dos de los mejores del mundo y se marcaron una obra de pintura, varillas, hierros y piedras que se convirtió en una referencia del arte urbano. Ríos y Belin, tan cotizados por otros pagos, asisten estupefactos a la orden judicial que le da matarile a su criatura. Saurio que anidó, a pesar de las advertencias, pleitos, y quejas, en un lugar que no era el suyo. Pero a lo hecho pecho y el que venga atrás que lo arregle, que es lo que dicen que se lee en el umbral de la puerta de acceso a los despachos de los que rigen la cosa pública. A buenas horas llegan a cortar las patas verdes del cocodrilo del área norte. Volvemos a ser noticia por extravagancias y vagancias extremas. Los autores ya han dado algunas soluciones para el traslado y recolocación de la bestia en otro lugar no salpicado por querellas y demandas. Se trata de una obra de arte que no tiene que ser puerta, pared o muro para frenar el entendimiento. El que metió la zarpa en la ciénaga ajena que asuma su responsabilidad y que no perdamos algo que ya es patrimonio de todos porque del patrimonio de todos salió el dinero para pagar a los artistas y del patrimonio de todos saldrá el dinero que tendrá que indemnizar al propietario perjudicado. En Jaén aún se sigue buscando a quien tiró a la basura la escultura del amigo David Padilla, a quien taló el árbol metálico de la calle Castilla o a quien le cortó los huevos al guerrero ibero.


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