Mi mujer acaba de darme dos ultimátum. El primero es que recupere todos los euros que nos han tangao con lo del céntimo sanitario cada vez que íbamos al surtidor y el segundo es que debo limpiar el cajón de abajo del mueble bar de tecnología obsoleta. Como lo de la pasta de la gasolina lo tengo crudo he decidido ponerme manos a la obra con el otro asunto. Y es que después de una década de uso indiscriminado de móviles, pleis portátiles, emepetres, podómetros y pulsómetros el cajón de abajo del mueble bar comienza a parecerse al agujero lleno de serpientes al que empujaron a Indiana Jones.
Con toda la precaución del mundo; como un diputado en tiempo de listas electorales; tiro de la cajones y veo, bullendo y retorciéndose a veinte cargadores de teléfono móvil cuya única diferencia es el grosor del conector que se mete en el cuerpo del móvil. Capuletos y Montescos los Nokia y los Alcatel que se siguen llevando a matar en una suerte de esgrima inútil con los pinganillos:
—O me enchufo yo o no se enchufa nadie.
Lo mismo que en la vida real. Como en un ayuntamiento o en una diputación.
A los cargadores hay que añadir otro montón de cablecillos de auriculares que me negué a tirar, iluso de mí, pensando en que me hervirían de piezas por si las averías. Les juro que yo no creía que los auriculares podían descomponerse en tantos e infinitos calibres. Así que cuando te compras un nuevo emepetres los auriculares te vienen o muy grandes o muy chicos. Son una plaga. Son conectores locales, provinciales, regionales, nacionales y hasta un jack se me confesó:
—¡Oiga ud, señor mío que yo trabajo de pinganillo en el Senado!
Por otro lado surge la bulla entre la tonelada y media de cables con diferentes tipos de uesebé para poder enchufar los cacharricos al ordenador y poder cargar y descargar las canciones, las foticos y los programas adecuados. Jamás la mente humana ha alcanzado tales cotas de imaginación para poder diseñar infinitos modos de meter una cosa en otra.
—Pero Juan si con lo fácil que es meterla…
— que te cree tu eso… que ya no se si tengo talla miniuesebé, que sí es dos punto cero, que si achatada por los polos, que si de 21 pines, que si micróuesbé, que si largo europeo, que si calibre estándar, que su conexión bus, que si infrarrojos, que si bluetooth… mejor te vistes y nos vamos de cañas
En fin en otro cajón de este periódico ustedes sabrán como de duro tiene el núcleo un partido político, que como es posible que, concejales, con sólo dos piernas puedan meter tantas patas. Porque yo seguiré limpiando el cajón de abajo del mueble bar de clavijas, cables, jacks, conectores, cargadores, transformadores, routers, pendrais y demás utillaje electrónico
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