Eso
vas y se los cascas a mi prima la vikinga. A mi prima la del riesgo que me
tiene descontrolado el euribor y acojonado al tío del ibex que no para de
escribirme cartas a través de la caja de ahorros: “paga lo que debes gañán. No
te das cuenta que esto se hunde”. Y una ¡mierda! (o como diría mi broquer de
confianza a través de conferencia por el “esquipe”: ¡DAMNED BULLSHIT!)
reflexiono ante el vacío que se abre a mis pies y en mi cuenta corriente que se
ha vuelto extraordinariamente profunda. Como un agujero negro de esos que atinó
a imaginar Jauquins desde su silla de ruedas atascada por la hiedra venenosa de
unos brotes verdes que lo han dejado varado en el aro del paro haciendo bailar
el julajop delante de esta patulea de derrochadores que se han gastado el
manso, el bravo y hasta el prestigio del toro Ratón en sus cosas diciendo que
eran para nosotros… y ya ves que las grúas y las apisonadoras y las traíllas se
han parado en tantas y tantas AES Treintaydos que han alejado, aún más todavía
de Jaén, el horizonte levantino.
Para
colmo la agencia “mudis” me ha rebajado el reiting de mi capacidad de sorpresa
asistiendo al harakiri en cámara lenta que se está haciendo el PSOE capitalino
con la catana afilada de la lista electoral dejando al partido como a Bilbo
Bolsón, disperso como poca mantequilla en demasiado pan en esta tierra mediada de
aceite. El mismo óleo vital que lubrica el motor del alcalde de la capital que
acelera como un Jambi por la autopista de Basora sabiendo que la exposición de
la oposición pública es tan inexistente como los arsenales de armas de
destrucción masiva de Sadam. Obstáculos plenarios que están tan parados como el
tranvía hipnotizado por el orín que va cubriendo las catenarias en las que
cuelgan las camisetas los indignados de Primayor a los que han frito a multas
por no cumplir la norma o no tener perro ni flauta ni discos de Macaco.
El
veranillo de San Miguel, el “indian summer” que dice mi “personal shopper”,
crea el espejismo de una normalidad que ya no existe. Esto se hunde mientras la
orquesta del Titanic toca el chiringuito del maestro Georgie Dann y las
facturas se amontonan en los botes salvavidas poniéndome en riesgo a mi prima
la vikinga de Dusseldorf que me prometieron que iba a colocarme a la niña que
está terminando un master, especialidad en landers, que todavía le debo a la
caja, sin fondo y ya sin mis fondos, de ahorros
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