
Ya les digo ellos son así. No paran, ni esperan. Hablan y hablan y cuánto más dicen menos se sabe lo que tienen entre manos, o entre monos que se les va la lengua de legua en legua hasta la selva de dichos y pocos hechos que apenas se tienen derechos a no ser por los pertrechos y sus armaduras como armarios que la van liando de liana en liana trabucando los árboles y cambiándoles los nombres a los baobab para que no parezcan tan bobos y al mismo tiempo tan solemnes tendido al sol que más calienta, como si hubiera algún sol que diera frío, pero si ellos lo dicen así deberá ser y hasta deberá estar. Como en aquellos cuartos de la casa de nuestras abuelas en los tiempos de Maricastaña en los que María, era María y una castaña pues una castaña.
Ahora la inflación baja cuando sube por las nubes. El paro baja hacía arriba del globo en el que parecen que están estos poco cómicos químicos de la lengua que no se detienen, ni tienen, gana de hacerlo para darse cuenta de que la cuenta no nos sale y que la cuenta es cada vez más abultada y a los pantanos les sube el agua hacia el fondo.
En fin que si les seguimos haciendo caso ahora es de día y usted acaba de desayunar, o lo que es mismo…quitarse el ayuno o ahí hay uno que va a la buchaca.
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