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TRIUNFOS


Las grandes victorias están construidas por pequeños triunfos cotidianos. Pequeñas victorias domésticas. Minúsculas superaciones diarias. Sin ellas las grandes gestas serían meros gestos vacíos, parafernalia inútil. Hay que ganar a cada jornada. Hay que triunfar a cada minuto para que el andamio nos sostenga y dejar de hacer caso a tanta milongas y a tanto cantante y canto de sirenas que abogan por la gran hazaña sin tener en cuenta que el trabajo callado y sostenido es lo que merece la pena.

Vivimos en unos momentos en los que sólo importa la victoria sobre el adversario. Pero para ello hay que estar preparado y prepararse. Hay que saber, más que perder, ganar y hacerlo con generosidad. Hoy en día los mensajes que nos llegan desde los atriles públicos no es otro que la de diezmar al adversario, pasarlo a cuchillo para dar escarmiento, exterminar la resistencia y su memoria, ganar por goleada, vencer hasta humillar, ganar hasta ahogarse en los festejos por la victoria.
No hay término medio: o ganamos y pierden o vencemos y fenecen. Nos  están arrastrando como Menelao hizo con su pueblo hasta las murallas de Troya. Un enfrentamiento que sólo terminara cuando los héroes cumplan su mítica función y se escriban sus leyendas con la sangre derramada por miles de personas corrientes a las que obligaron a matarse y morirse por veleidades y caprichos de gente que se creía vivir en el Olimpo. Tan alta era su locura y tan empinada la ladera del desprecio para con los demás.
Amigos no hay mejor triunfo que levantarse cada mañana para cumplir con la faena en la tienda, en la oficina, en el camión y la furgoneta. El triunfo está en esos adolescentes que se encaminan a clase repasando los apuntes en un último intento de vencer la agreste oposición de los verbos y sus conjugaciones. Pequeñas victorias de jóvenes que hoy aprobarán el carné de conducir y que si no lo hacen lo volverán a intentar. Victorias ante la ventanilla para que la usura bancaria te devuelvan las comisiones que te cobraron de más. Triunfos de muchos ancianos que han visto hoy amanecer un día más para ellos y para sus familias. Victoria en cada persiana que se sube en tiendas, comercios y cafeterías. Ganamos cada vez que damos los buenos días o saludamos en el portal a los que madrugan como nosotros. Vencemos en cada chavalín que esta semana comenzará dar sus primeros pasos y en las parejas que se descubren, por fin, enamoradas. Triunfamos con el trabajo bien hecho. Con el ladrillo bien puesto en la pared. Con el informe acabado a tiempo. Con este periódico llegando a su hora a la cita con los lectores. Con las palabras de ánimo al paciente recien diagnosticado. Con el café en su punto. Con el pan horneado con amor. Con el trato leal y honesto. Con  el desconchón reparado. Con el beso y el abrazo a tiempo.
Estas son las pequeñas victorias que nos hacen grandes y no esas otras a las que nos quieren llevar divididos por equipos en una estéril competencia, sin tregua para el contrario, que sólo a ellos favorece. Ganamos porque somos más que no se nos olvide

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