Tan
obsoletos como aquella íntima relación entre un bolígrafo bic y una casete. Así
están los mensajes de los gobernantes con esta provincia. Bobina. Reboniba.
Bobina. Rebobina. Girando en busca del inicio de la otra cara antes de que la
cinta haga saltar el autostop. Promesas tan de los ochenta como los vaqueros
globo, el flequillo cardado o los discos de Modern Talking. Siguen hablando de
conseguir unos objetivos que siguen siendo los mismos de la era del walkman y
los castellanos con calcetines blancos. Son como los jipidos que soltaba el
Michel Jackson al apretarse la entrepierna o los hipnóticos y bamboleantes
paseos de Pamela Anderson mientras vigilaba en la playa. Lo mismo da que da lo
mismo. Jaén sigue en su roal necesitando lo mismo desde hace cuarenta años:
compromiso. Seguir discutiendo sobre si el video 2000 era mejor que el beta en
los tiempos en los que el streaming es imprescindible es estéril como una gasa
acofar. Seguir atascados con el Ipod y el bitrate más adecuado para los archivos
del emepetrés pone de relieve que seguimos en un estanque, varados entre el
limo y las cañas, mientras que el resto del mundo vuela en cuatrogé y tira de espotifai. Seguimos siendo tan catetos y pacatos que
compartimos el enlace del yutube del video de cuando uno de Jaén sale en la
tele en programas como «Inmigrantes Empujados por la Falta de Curro» o «Ese es
otro de mi pueblo que se tuvo que largar».
Hay
más gente de aquí allá afuera que aquí dentro. Nos siguen adormeciendo con baladas
de Perales y maratones de coplas y sevillanas televisadas. Es el Gran Hermano
para mayores con reparos y averías por la edad. El entretenimiento al alcance
de un botón del mando a distancia y la familia a tres horas de coche. Es triste
pero todavía seguimos pagando las letras del compacto gründing cuando lo que
triunfa en casa es tener acceso al Hachebeo y al Neftlix. Es como si en Jaén el
Sabina, todavía, anduviera en su época con Viceversa pisando el acelerador y
sin conocer a Chavela Vargas. Ya les
digo, estamos en busca de curro, el de la Expo, porque el otro es como el
lince; escaso y en extinción en estas tierras y sierras. No podemos seguir aceptando que sigan con la
cantinela a lo «sayonara baby» o «no problemo» cuando hasta Arnold Swarzeneger hace
cine de arte y ensayo. Películas de capital independiente en las que interpreta
a un atribulado y achacoso padre de una muerta viviente. Me daría risa si no
fuera tan serio que sigue sin ocurrir nada, tan sólo de matute, en esta
provincia. Doña Ana nos debería escribir
esa novela
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