Durante
todo este pasado fin de semana se recreó en Bailén la victoria del ejército
español sobre las tropas de Napoleón allá por el año 1808. Hubo todo un
programa de actividades que culminaron en la mañana del domingo con la
escenificación del famoso cuadro de Casado de Alisal: la Rendición de Bailén,
cuadro en el que el «Rayo del Norte», apodo del General Dupont firmaba las
capitulaciones después de ser derrotado.
Fue en ese momento cuando unos paisanos cachondos que había entre el
númeroso públcio que asistió a la histórica efemnerides, tuvieron esta
conversación:
—Mira,
si parece que están recreando la colocación de la primera piedra de la
Bailén-Albacete
—
Pues casi podrían ser los mismos. ¡Quítales los sables y ponles unas corbatas y
ya está!
Y
se fueron a tomarse unas cañas que el lorenzo apretaba y el olor a pólvora y el
polvillo bermejo levantado por las milicias te picaba la garganta. Carraspeando
camino a la taberna seguían con sus cosas:
—Es
como lo del tranvía de Jaén. Eso sí que tiene una recreación. Menuda batalla.
—Más
se están recreando en la autovía del olivar. Desde que yo era chico andan de
obras… peleándose con los dineros.
Y yo que les oí, dejado caer en mi poyete, me
deje deslizar por el tobogán de la
elucubración y pensé que si las cosas siguen a este ritmo en la provincia de
Jaén las recreaciones históricas bien podrían parecerse mucho a las que dejaron
caer los dos cachazudos espectadores que ligaron, con agilidad y brillantez, lo
lenta que va la historia en la provincia y lo rápido que las cosas pasaban
antes en época de invasiones, guerras y liderazgos.
El
otro día pasó por aquí Mariano Rajoy para estirar el asfalto de la A-32 unos 11 kilómetros. La
primera piedra de esta carretera se colocó en 1996 y aún no hemos pasado de
Úbeda. Qué lejos queda Albacete. A este ritmo seremos todos como la pareja de
la copla del Payo Juan Manuel: en mitad del camino va y se la mete… la mano en
el bolsillo y saca un billete, saca un billete.
No
es mejor la melodía que suena por la autovía del olivar. Las máquinas aún no
han podido unir, por falta de combustible presupuestario, a Úbeda con Jaén, que
más parece tan lejana como la mítica Samarkanda. Apenas se quedaron en Martos y
eso que el nuevo gerifalte de la fomentación pública andaluza, Felipe López,
estiró los carriles hace poco en otros 13 kilómetros. Si
anda mejor la otra ruta de la seda, la de las suavidades y aterciopelos en
tiempos de listas y precampaña. Ya hay empujones para hacerse los encontradizos
y los selfis con los líderes a pie de asfalto. Ya no hace falta que venga
Casado de Alisal con sus pinceles a esperar a Castaños para inmortalizar el
momento. Ahora basta con un móvil
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