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EN PENUMBRA


Una cosa es que la diosa de la Justicia tenga que ser ciega y otra muy distinta que sus ayudantes no vean tres en un burro, sobre todo si el burro acaba de ser robado y los tres jinetes que lo cabalgan son los presuntos cuatreros.  Viene esto que les escribo a cuento de lo que dicen los sindicalistas, del CSIF para más señas, sobre las luces que hay en las dependencias judiciales. Son pocas, escasas y flojas en potencia. Tanto es así que, de los 26 puestos de trabajo que han medido los que saben de la cosa, tan sólo en uno se ve bien. En el resto los «lux» (que nada tienen que ve con el mítico jabón de las estrellas que le dejaba la cacha reluciente a la Raquel Welch) están muy por debajo de los mínimos necesarios para ver, aunque sea, la parte más sobresaliente del burro anteriormente citado y que no necesariamente tiene por que coincidir con la punta de las orejas.

Tal es la penumbra, aseguran, que muchos funcionarios de Justicia se están quedando como la ídem. Así que más vale que instalen algunos velones o tocones de cirios, de los que sobraron en la celebración de la Pascua, para que el probo trabajador de la administración de Justifica no se confunda; con la tiniebla; al pulsar la tecla del «enter» con la «del». Que no es lo mismo entrar que salir de la trena.

— ¿Y me dice usted que soy libre? Pero si acabo de entrar hace tres minutos
—A mi que me registren. En la pantalla del ordenador dice que su condena ya ha terminado. Así que no me entretengan que se me hace cola en la garita

—…
Para impartir Justicia hay que ver bien. Hay que ver muy bien lo que pone en el documento del Word que se manda a la impresora. Si es necesario poner unos cuantos «leds» (que son muy sostenibles y que dan para un par de fotos con el consejero de turno dándole a la perilla del flexo nuevo) pues que los coloquen para evitar que manden las citaciones del juez a domicilios equivocados.

—Buenas que traigo una citación judicial para el Sr, Peláez
—Ya, pero aquí no vive ese tal Peláez, y además esto un cajero «abandonao» de Caja Madrid
—¿No será usted el sr., Peláez que se quiere escaquear no?
—Que va yo me llamo Mauricio y vivo en la calle desde que la prima de riesgo se puso al rojo vivo
—Bueno pues si ve usted al sr. Peláez le dice que lo estamos buscando para que firme lo de la herencia
—¿No le valdría yo? de todas maneras dicen que el «juzjao» están a media luz y ya se sabe que casi de noche todos los gatos pueden ser un Peláez. Así «usté»  no da mas vueltas y me hace un favor que aquí van a poner una franquicia de yogures congelados y mañana me desahucian de los cartones
—Hombre no se preocupe que al final todo no es tan oscuro y ya se ve la luz al final del túnel. Lo dice mi compañero de oficina cada vez que mira por la ventana.
— Yo lo veo negro, negro
—Pero hombre de Dios con la de luz que le entra a usted por el escaparate, ya quisiéramos nosotros todo estos «lux» de los que usted disfruta. Y recuerde si ve al sr. Peláez le dice que tiene una cita pendiente.


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