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MI PRIMER COCHE.


Yo no tuve nunca a mi primer coche. Fue el coche el que me tuvo a mí esclavizado con la bayeta y la gamuza sacándole brillo a proa y a popa con el clásico: dar cera, pulir cera. Era una especie de Kárate Kid encadenado a un SEAT Ibiza de color rojo con casette reversible que sonaba a la lata de cuatro altavoces descuajaringados que convertían a Pink Floyd en la Banda del Empastre.
Además, tenía m i coche, la costumbre de averiarse cada vez que me hacia falta. Si no le tocabas la palanca ni le metías la primera ronroneaba con el motor como un gato de angora, pero si te era necesario para un viaje urgente, un plan, un porqué o un qué se yo, se dejaba caer la trócola, se le achuchurría el “bending”, se gripaba por los pistones y las bujías se le rompían de pena… Mi coche era muy vago y me engañaba con el mecánico del taller pirata al que lo llevaba para que le repasaran los bajos, el muy crápula, el mecánico, me dijo que mi coche había tenido más manos que el Doctor Octopus y más kilómetros en la junta culata que los caballos del Poney Express.
Y mi coche, el muy marrano, se dejaba acariciar la bomba de la gasolina ante mis ojos y petardeaba de satisfacción por el tubo de escape, que los coches son muy casquivanos y a cualquiera le dejen meter la reversa para dar marcha atrás.
Eso sí, mi primer coche, cuando quería me llevaba de viaje y me daba calor en verano y frío en verano por que el aire acondicionado funcionaba a su libre albedrío. Tenía un sensor de lluvia que hacia funcionar los limpia parabrisas de manera sorpresiva: nunca cuando llovía a mares y guiñaba los faros a la Guardia Civil de Tráfico cuando nos cruzábamos con ellos.
Mi primer coche era un gañán resabiado que perdió la aleta de la rueda derecha cuando me puso los cuernos con otro conductor.
A mi primer coche le puse las cosas claras cuando ya no podía más: lo llevé al desguace y le mostré en lo que acabaría convertido si seguía con esa vida disoluta y de perdición…desde entonces empezó a portarse bien, tanto que se lo pude vender a un pardillo que pasaba por ahí.

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