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IMPULSANDO

Antes la gente hacía cosas. Se ponían manos a la obra y comenzaban a trabajar. Ahora no se hacen cosas. Ahora se impulsa. Impulsar es el nuevo mantra de la clase dirigente. Estamos impulsando esto, impulsamos aquello y lo de más allá. Se van a un descampado a hacerse fotos o delante de una barricada de neumáticos ardiendo y escriben: aquí estamos impulsando el desarrollo territorial o impulsando las justas protestas olivareras. El impulso. Esta palabreja se ha  colado en el neolenguaje oficial y yo mismo me sorprendo en el bar impulsando unos tercios de El Alcázar con los compañeros ¡Impulsando una de champi! Canta el camarero mientras pone la tapa.
Es la era del impulso. Así suena mejor en las noticias oficiales y viste más en los titulares de los periódicos y los pies de foto. Para ser sincero a mi me produce cierta ternura ver a nuestros próceres ataviados con chubasqueros y chalecos reflectantes. Se mueven con esa torpeza del cachorro al que se le pone por primera vez el collar. Son tan achuchables. Se tocan con cascos de seguridad y se inclinan sobre los mapas, con cara de entender los sinclinales y anticlinales, las cotas de elevación y de sumidero de las aguas pluviales. Ponen cara de perrillos mojaos ante las inundaciones que destrozaron campos, viviendas y enseres. Desde este momento estamos impulsando las ayudas de emergencia—dicen, mientras sigue tronando por las sierras— y se suben a helicópteros y a otros artefactos de volar para mirar compungidos por las troneras hasta donde llego su imprevisión y su miedo a tomar medidas adecuadas. Desde arriba impulsan sin parar sus enormes egos
También se dejan ver posando en grupo ante una enorme excavadora, un pozo, un montón de hormigón o un charco. Y dicen: impulsando el bienestar de los ciudadanos. Impulsando su esperanza. Lo mismo dicen cuando se fotografían con un colectivo ciudadano: aquí impulsando tal y cual. No nos detenemos.
Antes la gente hacia cosas. Levantaba puentes, casas, colegios y fábricas. Ahora las impulsan que es un verbo que va perdiendo su significado primitivo: dar empuje para producir movimiento. Cómo se arrancan los coches cuando se quedan sin batería. Cuesta abajo y al estirón. Dicen impulsar una y otra vez y la palabra se queda sin ese otro significado: Incitar, estimular. No los veo yo como humanos satisfayer incitando las pasiones, retando el arranque del contrario, estimulando las zonas erógeno productivas. Van a lo suyo impulsando mientras la gente hace cosas.
El otro día les sobrepasaron por la derecha y la izquierda miles de personas que están hasta el gorro de tanto impulso y el eterno recular del precio del aceite. Dejaron esta provincia incomunicada durante horas y se levantaron barricadas en La Carolina. Todo esto ocurría ante la mirada atónita de los que tanto impulsan y tan poco mueven. Sólo se escuchó el murmullo de los despachos: que esto pase pronto, que no pase nada, que no nos impulsen fuera.

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