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Un perro se mea en una esquina. Veinte mierdas sin recoger. Un joven con sudadera y capucha marca la fachada con un rotulador. Dos notarios y siete escrituras sin cobrar. Tres bancos, cero hipotecas. Un abuelo, ocho nietos y un timo preferente. Sesenta y cinco urnas y diez kilos de ceniza. Miles de votos quemados sin usar. Siete candidatos y cinco escaños. Pirandello dimitiendo como autor. Un concejal haciendo equilibrios en la barra del presupuesto. Ciento cinco impulsos, ocho subvenciones que se pierden por el sumidero. Cuatro millones de jornales que cambian de nombre. Cuatro Millones de peonadas que caen de los árboles. Un delegado va y viene para quedarse en el mismo sitio. Dos periodistas hurgan con los titulares de mañana. Un consejero y trece pelotas. Dos ministros con su legión y con su cohortes.  Dos más dos ahora dan cero en inversiones. Diecisiete portavoces mudos cargados con noventa toneladas de palabras y de nada. Tres proveedores municipales echan la persiana para siempre. Ochenta teléfonos móviles se quedan sin batería. Ocho alcaldes hacen cuentas mientras se inventan cuentos para explicar lo inexplicable. Dos gobiernos se pelean entre sí. Doscientos mil ciudadanos no terminan de creerse lo que está pasando. Treinta canales y nada que ver en la tele. Un techo se desploma sobre un pupitre en un colegio vacío. Dos viudas hacen cola en Hacienda. Tres inspectores las esperan para crujirlas con el garrote de la sucesión. Una caja de ahorros con las cuatro ventanillas cerradas al aire de la clientela. Una apoderada sin poder sortear la ola de quejas. Cincuenta niños salen al recreo riendo y dos lo hacen aterrorizados. Dos mil videos se suben al yutube. Se envían dos millones de mensajes por güasap. Cien besos, doscientos abrazos y un millón de insultos. Una mujer recibe catorce golpes de su marido tras ponerle dos denuncias. Tres galgos cuelgan como un extraño fruto olivarero. Billie Holiday cantando por tarantas. Una presidenta repite por séptima vez que aún es pronto para decir nada y otro presidente dice que a la cuarta no va la vencida. Doscientos cincuenta manifestantes se convierten en tres mil por quienes los convocaron. Milagro de cienes de peces y de cienes de panes. Una multitud que se reduce a cuarenta y tres personas al ser contadas por un policía. Un preso noventa guardianes. Un disco 14 canciones. Cinco televisiones en un escaparate enseñan cuatro muertos en una playa. Siete condenados se libran en una sentencia. Doscientos cuarenta camiones cisternas cruzan Despeñaperros goteando aceite. Noventa y siete mil parados siguen esperando. Un talud se derrumba en la carretera a medio hacer. Cada hora se deniegan setenta y seis becas: Un médico ve a diecinueve pacientes. Ocho guardias cambian de turno y tres céntimos se dejan caer en el vaso de plástico de un vagabundo. Once jugadores pierden tres puntos. Un árbitro saca tres tarjetas y otra vez es veintisiete de febrero.

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METER LA PATA HASTA EL CORVEJÓN

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