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ESDRUJULANTE



Corren tiempos esdrújulos que sólo se pueden describir con palabras de muchas sílabas. Hemos llegado a tierras en las que el pueblo llano no tiene nada que decir. Es un asunto grave. Una patología aguda. Una realidad ácida, ácima y acémila la que dibujan nuestros próceres con sus tildes y sus ábacos calculando su máximo beneficio mientras que los votos se han quedado afónicos de tanto pedir un acuerdo que se les atraganta por el estrecho esófago. Sus imágenes en este periódico no dejan de ser humorísticas: saludos cálidos y gélidos resultados. La culpa siempre es del otro y de sus cómplices, por eso no se avanza ni un centímetro. Menudo espectáculo están dando con sus drásticas declaraciones. Sus hipócritas posturas. Sus lágrimas de cocodrilo y sus mentiras de libélula. Sólo son elásticos de boquilla. Están atrapados en la aritmética de sus intereses. Ávidos de beneficios propios y desgracias foráneas son patéticos cómicos que se insisten en que todo lo hacen por nuestro bien. Y ahí está el estático, el equívoco, el didáctico y el escuálido llenando crónicas y más crónicas. Entra tanto territorios como el de Jaén siguen sufriendo de próstata laboral. Los polígonos industriales son recónditos, sórdidos y abandonados lugares tomados por los vándalos. La lucha por el desempleo es sólo un argumento novelístico en esta larga búsqueda de la clave que permita que la provincia, por fín, encuentre su camino. Veredas que transitamos los jienenses tapizadas de casquijos de cántaros rotos, de ánforas y pérdidas y de cerámica quebrada. Las cárceles se llenan, los árboles se talan, las carátulas y las máscaras se agotaron en las tiendas. La fachada, que tan sólida pensábamos que era, es apenas una fina cáscara, una suerte dermatológica, una cubierta decrépita a la que se le ven las costuras. Nos sigue tomando el pelo. Comenzaron a hacerlo en diciembre y, tras el paso de las túnicas, lo siguen haciendo. Gramática parda de unos zánganos enredados entre micrófonos y números. Zumban los teléfonos. Las fábulas adornan sus discursos. Se escudan en la informática, en lo selvático, en lo ético, lo estético y hasta e, lo económico. Todo para no cumplir con las órdenes que les dieron las urnas. Esdrujulante

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