Ha venido flotando la realidad de esta última semana, acunada, por los plumosos abrazos de los pájaros. Aéreos habitantes de la actualidad de esta provincia que sigue sin levantar el vuelo. Primero comenzaron las turbulencias generadas por las alas de una pava cazalillera que atrajo la atención de medio mundo. Por un segundo, lo que dura el aleteo de un colibrí, estuvimos a punto de hacer el negocio del eccehomo del pavo y la pava campanaria. Pero se nos escapó la oportunidad y quedamos, otra vez, relegados al sumario de las cosas de la España honda y profunda. Comarcas de raros prodigios en los que nacen becerros de dos cabezas y lechones con el rabo en punta. Tierras que generan hortalizas gigantes. Tubérculos enormes. Cucurbitáceas ciclópeas que luego fotografían los corresponsales de los periódicos capitalinos. Ya digo. A punto estuvimos de hacer lo de Borja. Turismo para ver a la pava. Miles de pavos yéndose por el aire. El mismo aire que peina melena en las torres ...