Ya
andan las liebres de la campiña jienense en la discusión anual sobre si las
cuentas son galgas o más bien podencas. Perras anuales de las leporinas
orejonas que se atascan en las riberas de arroyos y ríos, van dejando pasar la
corriente que rebaña lo poco que va quedando en los campos. La tierra fértil se
va aguas abajo empujada por estas discusiones estériles, debates estancados y
encantados de conocerse a sí mismos. Los presupuestos son los porsupuestos de
cada año. Cuentas que son el cuento de siempre. Cuentas que alargan el collar
en el que esta provincia se adorna y se ahoga. Rosario de desempleados y
oportunidades perdidas. De estaciones vacías e historias llenas de jóvenes que
se marchan a buscarse la vida antes de que se les gaste en los enrevesados
vericuetos de las peonadas o el enchufe que nunca llega. Las liebres manotean y
golpean con sus patas traseras el suelo. Levantan nubes de polvo que desenfocan
el paisaje. Van royendo las cifras y desestabilizan las certezas matemáticas. Dos
y dos serán cuatro si lo dicen los míos y sumarán 3 si lo aseguran los tuyos.
Las paradojas numéricas crecen y el cabreo de la gente sube amenazando con
desbordarse después de tantos años de ir llenando los vasos. La tensión popular
aumenta y el eterno número de los números presupuestarios parece que no será
suficiente para liberar la energía sobrante. Pero las liebres siguen a lo suyo
culpando al contrario de hacer unas cuentas, en general, caninas. Se siguen
haciendo fotos delante de tuberías, carreteras parcheadas, muros recuperados y
casas reencaladas. Se ponen estupendas. Chulean de su rapidez verbal y hacen
exhibición de su agilidad argumentaria. Hablan de planes y de plenos. Gritan
sobre partidas y partidos. Se lían y deslían en las redes. Claman de
inversiones y conversiones. De lo público y de lo privado, de sus íntimos y de
sus éxtimos. De millones y de sus sillones. Tan absortos están en sus cosas
que, en el fragor de la discusión, no oirán los ladridos, cada vez más cercanos
y aterrados, de los podencos y galgos que se les acercan. Galgos y podencos que
viene huyendo de los molosos que ya les muerden, al grito de podemos, los
cuartos traseros.
En Cataluña dicen que van a cambiar la Navidad por la fiesta de invierno y la Semana Santa por la fiesta de la primavera. Una consejo del Consejo Escolar de la región. Es decir que el popular "caganer" se quedará sin sitio para hacer sus deposiciones ya que en la fiesta de invierno no caben tampoco los belenes. La verdad es que cada día que amanece el número de tontos crece y no paran de buscar agujeros para meter la pata por decreto. Por el momento en los colegios de Jaén está permitido que los chavales se deseen felices Pascuas, pero si la ola catalana prospera de dificil manera se podrá casar ideologicamente la imagen de la alcaldesa socialista entregando, arrobada, su bastón de mando a la imagen de Nuestro Padre Jesús con esta mania de sustituir el crucifijo por una foto del presidente autonómico o a los reyes magos por un vejete con sobrepeso vestido de terciopelo rojo.
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