El
campo está casi tan seco como las arcas de cualquier pueblo de Jaén. No ha
llovido poco. Es que no ha llovido nada y los olivares han cerrado el grifo del
aceite ante la falta de agua. La próxima cosecha será muy mala. Ya no es un runrún.
Es un hecho. Algo que puede constatar cualquier vecino (por muy urbanita y
asfáltico que sea) sin tener que esperar a los aforos oficiales.
Se
habla de que de cada 100 aceitunas de años anteriores este año apenas quedaran
30. Es decir que se perderán casi 4 millones de jornales en la provincia. 200
millones de euros menos para los jornaleros y para sus casas.
A
perro flaco todo se le vuelven pulgas y Jaén está canina arrastrando con su
rabo un sinfín de latas llenas de desempleo. Entretanto los que nos prometieron
trabajo para todos. Los que pusieron la cara en los carteles electorales. Los
que pusieron la jeta que ahora encanece pegada en las paredes de los pueblos siguen
sin dar la cara. Están mudos como Belinda o como un compareciente en la comisión
de los EREs. Ojalá lloviera a cántaros. Que vuelva Pablo Guerrero con su
guitarra y su cara de palo. Que venga Juan Luís sin su guerra con chaparrones
de café en el campo
Volvemos
de un verano televisado. Reposición de las mismas imágenes de los veraneantes
del año pasado. Una provincia azotada por eternas olas de calor. Y aún hoy hay
quien se sorprende de que en verano haga calor en el valle del Guadalquivir.
Una provincia que mira entre perpleja y estupefacta como nos quieren tomar por
pardillos los que nos gobiernan; que por cierto no son pocos; desde la mil y
una poltronas que han ido construyendo y que amenazan, con su peso, en colapsar
el invento. ¡Ola, ola!, Jaén parece sola
Todo
el mundo sabe que no hay ni un duro y se siguen empeñando en tapar el agujero
con los ajustes, las reprogramaciones, las problemas coyunturales de cash-flow…
como si la gente no se diera cuenta de que del manso apenas queda un esqueleto
blanqueado al sol del eterno desencuentro. No se ponen de acuerdo ni para
señalar al malo de la película por evidente que sea. Dependiendo si se está
gobernando o en la oposición Goldfinger es un villano o un santo varón. Ellos
van a lo suyo como quien oye llover, pero el problema es que no llueve, ni poco
ni mucho. No llueve nada aunque sean unas gotas de sentido común.
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