Donde
fueres o estuvieres haz lo que vieres. Antiguo consejo que he decidido poner en
práctica para intentar poner en orden las cuentas de mi casa antes de que mi
prima, la del riesgo, me deje de avalar el pago de la hipoteca, la contribución
y el sello del coche. Así que me puesto a Griñán como mástil y a Diego por
bandera y he decidido poner coto al dispendio, al despilfarro doméstico.
He
decidido, primero, ajustar el gasto del
móvil de mi hija la pequeña:
—Pero
papá, esto no es un ajuste es un recorte en toda regla. Me quedo sin guasap y
sin tuenti…— Se me queja como una sindicalista perdiendo su liberación
—
Se trata de solidaridad no de recortes. Así que te apañas dando toques y
haciendo perdidas... Hay que ahorrar. Debes arrimar el hombro que yo tengo que
mantener mi tarifa XXL en el aifon que para eso soy el cabeza de familia— le
contesto marcando mucho las eses para darme un toque gubernamental y rajoyano
—…
pero papá…
—
Ni peros ni paras ni puras. Además, he consensuado con tu hermana una
redimensión en el gasto del pulanbir y el mango. Hay que reestructurar el
número de prendas de vestir. Ahora la moda es no ir a la moda y te arreglas con
lo del año anterior… ¡o te intervengo la tarjeta SIM!
Da
gusto ponerse en plan Guindos, sin caerse del ídem, empezar a repartir
reequilibrios fiscales y presupuestarios. Soltar algunas collejas crediticias y
poner coto al dispendio en la banda ancha. También se puede vivir con 6 megas y
sin juegos originales para la pleiesteison. Es más, mi mujer a lo Montoro,
señala que lo de salir de cañas una vez a la semana se tiene que terminar o me
aplica la ley de déficit cero al soplar en el alcoholímetro. Y nos recuerda,
admonitoria que desde ya, las únicas gambas que cataremos serán las de la boda
de nuestros sobrinos —si es que se casan porque tienen el arroz ya un pelín
pasado. 50 años y todavía viviendo con mis cuñados
—Todo
el mundo no puede vivir en la calle Maestra— dice mi santa con toda la santa
razón del mundo y añade— hay que apretarse más el cinturón, aunque sea de
hermés o de guchi, o mejor cambiarlo por una correa hacendado que la marca
blanca aprieta lo mismo de bien y por menos dinero.
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