Pues sigue resultando que lo de las promesas electorales sirve para casi todo menos para cumplirlas y a los hechos me remito. Ahí queda, en todo lo alto, el sablazo que le van a dar a los curritos en mitad del ierrepefe para que se tapen los agujeros y desconchones que unos y otros han ido dejando en la fachada económica de España. Fachada que tiene tantas grietas y costurones que ya no la conoce ni la madre que la parió. Ni siquiera queda el consuelo de decir aquello de que: “era más bonica que las pesetas” porque las rubias se fueron del brazo del estraperlo empujadas por el euro al limbo de la memoria. Limbo en el que el café aún cuesta 120 pesetas y con poco más de 1.000 llenabas el depósito del utilitario.
Nos prometieron que de todo nos harían menos subir impuestos. Pues toma del frasco carrasco mientras se tiran de los pelos los que hasta anteayer gobernaban diciendo que esto es un desastre. Parece que el borrico es de otro y ellos, los de antes, no tuvieran que pagar parte del rapado de la bestia del déficit. A ver si ahora resulta que los agujeros se hacen solos y se vienen abajo de forma y manera espontánea.
Para colmo de males nos vienen encima otras elecciones, las regionales, y seguro que los candidatos llegan cargados de promesas y de altos cargos de los gobiernos cargados a su vez de tijeras, que lo mismo usan para cortar una cinta inaugural o para darle un tajo más a nuestra capacidad de compra.
El problema que tenemos es que a estos de la cosa pública ni se les puede devolver si vienen con tara o defecto de fábrica ni se les puede descambiar por otros de mayor talla. Y eso que le ley dice que si no quedamos satisfechos con el artículo adquirido nos tienen que devolver el importe de la compra. En este caso nuestro voto.
Comentarios