Según la teoría del caos con tan sólo observar la realidad el espectador es capaz de alterarla. Quizás por eso miramos tanto, para forzar una mejoría en nuestras posibilidades. Lo real es un gato metido en una caja que puede estar vivo y muerto al mismo tiempo y en el mismo espacio. Es un felino propiedad de Schrödinger que sometió al animal a esa terrible dualidad que se repite en los carteles electorales que van apareciendo en la ciudad. En ellos los candidatos son ganadores y perdedores de manera simultánea. Tienen más y menos papeletas que su adversario y mantienen el rostro sonriente aun sabiendo que serán una cosa o la otra y que no hay más posibilidades. Puede que en estos momentos una mariposa esté aleteando en Hong-Kong y provoque una tormenta que cancele el vuelo de tipo que no regresará a tiempo para votar por uno o por otra. Como el gato de Cheshire sentada en una valla la alcaldesa que lo es y no lo es sonríe todo el tiempo. El caos le pone desorden a la política y ...