No
se detienen. Nunca están ahítos. Quieren más y más. No paran de inventarse
tasas, tributos, impuestos, gravámenes, aranceles, cargas, tarifas, derechos, arbitrios,
cánones, censos, contribuciones, obligaciones, gavelas, sellos, pólizas e
imposiciones. Han agotado el diccionario de sinónimos para seguir metiéndonos
la mano el bolsillo. El Estado del Bienestar va camino de convertirse en el
Bienestar del Estado y eso cuesta mucho dinero y para conseguirlo no dudan en
aprobar subidas, actualizaciones y repuntes de coeficientes multiplicadores en
las facturas, recibos y alacranes. La economía productiva destinada a la
improducción de una clase dirigente cada vez más ensimismada y que no duda en aplicar
céntimos verdes, sanitarios o solidarios al precio de las gasolinas. La energía
cada vez cuesta menos pero pagamos cada vez más por culpa de ese lastre de
lapas adheridas al casco de este buque social que cada día que pasa necesita más
carbón para hacer menos millas en la singladura y como Winston en 1984 se
encarga, trabajando para el Partido Único, de borrar todo rastro mediático de los
viejos precios para que los nuevos, siendo mayores, parezcan lo contrario. ¡Menudo
chocolate!
Hace
poco que nos enteramos de que las autovías que ya pagamos a escote y no sin esfuerzo
se quieren convertir en otro sacaleches de la Administración con la colocación
de cabinas de peajes. La teta privada chupada por los labios públicos. Miren si
no el recibo de la luz al que le cuelgan un rosario de conceptos y epígrafes relacionados
con la incompetencia y la voracidad de los que van a lo fácil y pescan con
dinamita en el río. La luz cada vez más cara y eso que tenemos las ventanas y
puertas forradas de mamperlanes, que nos ceñimos al estricto horario de las
zonas valles de consumo y de ponemos el aire sólo cuando hay visita y el frigorífico
empieza a chorrear hielos derretidos. Este mes nos darán otro palico. A cuentas
de no se que cuentos que firmaron y se comprometieron y que ahora tenemos que
pagar nosotros.
Critican
mucho a Donald Trump y sus aranceles populistas pero son todos muy parecidos, salvando
las diferencias capilares e idiomáticas. Si no que se lo digan a los
empadronados en la capital a los que les darán otro pellizco en la contribución
porque las cosas están muy malas. Cómo si no hubieran sabido que las finanzas municipales
eran un abismo sin fondo. Dicen que las deudas son de tal partido y de tal otro…
venga ya… al final siempre las pagan los mismos. Cuatro años en la oposición
diciendo que el ayuntamiento está en quiebra y cuando lo gobiernan exclaman:
¡oh Dios mío el ayuntamiento está en quiebra!
Pero
ahí los tienen gastando a manos llenas en otra campaña electoral que va con
cargo a los presupuestos que se hacen con la participación de nuestras nóminas,
el pago de IVA y otros menesteres que nos cobran, embargan, requisan o
congelan.
Así
que peroran y charlan en los medios para perpetuarse en el poder y no son mentiras
lo que dicen simplemente sustituyen un tipo de tonterías por otras. Cada
vez nos sale más caro
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