La eñe es una letra muy española. Es una letra preñada de decisivas precisiones para no confundir la campaña electoral con una humilde campana. La campaña es una campana sin espadaña a la que, con artimañas se le ha ordeñado el badajo. También existe su cuñada, la precampaña, que es un trozo de bronce sin pasar aún por la fragua. Apenas una reseña de metal pero a la que se le adivina cómo le cuelga la “ñ” para que los discursos la bruñan y las promesas la tañan. La eñe es una señora letra que ahora suena mucho y que sueña poco por que ya no la dejan con tanta leñe. La manosean y soban con el señuelo y el cebo colocados para buscar el voto cada cuatro años. La eñe es tan importante que es la que nombra dueños y dueñas. Es la peña de la pena curada. Es la riña y el riñón cuando se viene arriba. Es una letra que pergeña el paisaje y hace de una empanada una empañada mañana de otoño con tan sólo ponerse el bigote. Es poeta y literata capaz de convertir los anos en años por lo...