Son
tipos que conducen sobre los derechos del resto de los conductores. Se arrogan
el derecho de pernada en las rotondas empleando sus parachoques para romper los
carriles en diagonal. Hímenes del reglamento rotos a empellones y falta de
respeto. Son los mismos que se convierten en depredadores en las autovías y se abalanzan
sobre los automóviles precedentes acosándoles con el claxon. Lanzando violentas
ráfagas de luz con sus faros de xenón y deslumbrantes ledes. Violencia de
género automovilístico. Su velocidad es siempre la correcta y en un nanosegundo
son capaces de cagarse en todos los muertos del pobre conductor que se ha
detenido con el semáforo en ámbar. Aún dedican menos tiempo a fabricar peinetas
y cortes de manga para usarlas cuando la luz se ponga verde. Son personas que acosan
a los peatones en los pasos de cebra y hacen bromas por los puntos que dan por
cargarse a una abuela que se ha quedado varada entre las luces rojas. Un extra
si lleva carro de la compra. Usan coches de gran cilindrada que creen que no
funcionan si ocupan el carril derecho de una autovía y que son armadura
suficiente para adelantar sin cambiar y sin rasante en una antigua nacional.
Son los mismos que quieren sacar los tanques a la calle para acabar con los
chuchos que se mean por las esquinas mientras sus perros de raza dejan
humeantes regalos en las aceras. Beben a voz en grito, nunca compran un
periódico pero lo acaparan en la cafetería, hacen hasta el crucigrama, y se
quejan de las noticias y de los sueldos de quienes las escriben. Las primeras
no son de su agrado y los segundos demasiado altos. Con razón, dicen, nadie
compra periódicos. ¡Vaya mierda! Son aquellos que se cuelan en urgencias sin
tener nada grave y en sus armarios atesoran kilos de nolotil, trombocid,
bisolvón y tubos, sin usar, para análisis de orina. Son los que se quedan con
los chollos en primera línea de playa, los que nunca hicieron guardias en la
mili y los que consiguieron por 300 pesetas un abrigo de ante en las rebajas de
Galerías Preciados. Su renta siempre les sale a devolver y chulean de las
trampas que hacen en la declaración. Gritan que hay que guardar silencio. Proclaman
que los políticos son unos corruptos mientras pasan facturas en b, c y d.
Exclaman que el país lo arreglaban ellos en dos días y son incapaces de acudir
a una reunión de vecinos. Su piso es el más alto. Su piscina es la más
profunda, su polla es la más larga, su vagina es la más sensible. Su falda la
más corta y su bronceado el más caro. El ceda el paso siempre es para los demás
y exprimen a la Seguridad Social mientras se quejan de que en la sanidad
privada es todo mejor. Si se topa con alguno tenga cuidado
Desde hace unos meses que andan los actores políticos de aquí para allá y de allá para aquí dándole vueltas a los millones de la Inversión Territorial Integrada, la celebérrima ITI, y en qué se los van a gastar. Una día sí y otro también los papeles y los micrófono recogen las declaraciones de los artistas protagónicos, secundarios y hasta de los extras que están para hacer bulto y ruido en la escena, sobre el destino de los más de 400 millones que van a llegar a esta provincia tan ajena a las alegrías presupuestarias y tan huérfana de cariño administrativo. Qué si una carretera, que si un polideportivo, que si una rotonda, que si una plazoleta, que si un teatrico, que si una piscineja, que si tal que si para cual y para lo de más allá. Así llevan semanas amasando la ITI y sus dineros de comarca en comarca y de casa consistorial a casa consistorial prometiendo que la lluvia, de millones, está al caer y que habrá que ir comprándose cubos, barreños, damajuanas, orzas, tazones...
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