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LA PERTINAZ




Nos ha tocado el niño. Pero no el chaval de la lotería. Las cartulinas azules aún reposan en el casillero. Los números de la suerte, la buena, aún están por salir. Me refiero a que nos ha tocado ese otro chaval que enreda con las corrientes oceánicas. El rapaz que trenza los cabellos del mar y se coloca el clima mundial de moño. Coleta meteorológica y el mundo y sus isobaras por montera. La palabra más repetida de este año neonato en la provincia de Jaén será la de sequía. Regresa la pertinaz. La señora de las ausencias y la falta de humedades. La de entrepierna áspera y polvorienta. La que le mete el canguelo en el cuerpo a los olivareros y a sus olivos. Los finos la apodan como la dama del estrés hídrico. Los más como esa hija de puta que se lleva los esfuerzos de todo un año. No llueve. Menuda cabronada para el campo y para los lucios y barbos que ya se apelotonan en los rincones más umbríos de pantanos y embalses disputándose el oxigeno que va menguando. No llueve y eso que las mujeres y los hombres del clima ponen al buen tiempo mala cara. Así comienza este 2016 con la sequía subida a la chepa y bailando una jiga con el diablo sobre el puente de Ariza emergido por el desagüe del Giribaile. Inútil desahogo de unas piedras que cuando se dejan ver esconden al fruto de los árboles. Ya hay carpinteros con la boca llena de clavos y el martillo en las manos dispuestos a armar la mesa de la sequía. Esa tabla, mítica, como la del rey Salomón que dicen dejó sus astillas por entre los rincones y comarcas de este polvoriento Jaén. Es la teoría del caos. Si la pesca huye de la costa de Antofagasta en Sierra Morena nos quedamos huérfanos de nubes. Cada oso polar que muere baja un metro el nivel del Tranco. El barco solar se va quedando solo con motor y sin agua para flotar. Es la interdependencia. La globalidad económica y climática. Si la primavera se alarga en la tundra en las campiñas de Jaén los conejos comenzarán a roer las gomas del regadío por goteo. Un chubasco por favor. Los abrigos de este invierno se han quedado sin vender. Como la próxima cosecha, si el tiempo y los chubascos no lo remedían, se quedará en el escaparate. Jaén no se puede permitir el lujo de ir en manga corta todo el año. A las cabañuelas apelamos

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