Tenemos,
sobre todo, derecho a guardar silencio. O si no cualquier cosa que digamos
podrá aumentar la cuantía de la factura. Chitón, cierra la boca y relaja el
esfínter que lo que viene se va a poner duro, muy duro. Menudo tasazo el
judicial que todos (los que no gobiernan y aspiran a hacerlo algún día) se han
puesto a criticar muy estupendos, muy profundos y sesudos: esto no puede ser,
esto está muy mal así, esto se pone peor asá, se está atacando la columna
vertebral del estado de derecho, ¿qué diría de esto Jean Jacques Rousseau? Pero
claro cuando cogen el mazo y la vara de mando se vuelven del mismo color de la
toga del Gallardón y no dudan en colocarnos las puñetas por las ídem. Que una
cosa es ser un justiciero y otra ajustar la justicia para que ajusticiarnos tenga un precio justo.
Y
recuerda que todo lo que digas podrá ser grabado y usado en tu contra y contra
ti, que la cinta la debe pagar el doliente y que tienes derecho a llamar a un
abogado (siempre que lo hagas desde tu teléfono) y que el letrado debe tener
oficio pero que el beneficio debe salir de la cartera del cliente. Que lo que
es justo es justo y lo demás sale más caro… sobre todo para el presupuesto
público. Que de la subida de las tasas judiciales no nos salva ni Perry, de apellido
Mason, por supuesto
Por
otra parte el otro tasazo, el del paro desbocado de esta provincia, alcanza los
40% sin que los principales de la cosa digan esta boca es mía y eso que cada
día las agendas de los periodistas (pocos van quedando ya por el goteo de los
despidos) se llenan de convocatorias y ruedas de prensa que versan sobre el
vado del río Mara por los rebaños de los ñúes y las ñúas. Sobre si es mejor
hacer una huelga general o en general hacer huelga. Sobre lo malos que son los
otros y lo güenos que son los nuestros. Sobre los sueldazos que se llevan los
de allí y lo poco que cobramos los de acá… pero nadie dice este micro es mío
para ponerse delante de la realidad que está desangrando a Jaén y decir ¡ya
basta!
Aquí
la peña se sigue yendo a otros lugares porque peñas arriba del Paraíso Interior
ya no quedan más que muflones y pinos laricios. Los jornales se han quedado
entre las escarchas y calimas de este agonizante año y ahora se acuerdan de que
deberían acordarse de tener la virtud de pedir para que los otros demostraran
el vicio de no dar. Jaén envejece como el olmo seco de Machado y ni siquiera
tres hojas verdes le brotan en las raíces. Eso sí, Hernández nos ha dejado su
himno, pero seguimos sin hacerle caso a sus versos ni responder a la pregunta
¿de quién son estos olivos?
Aceituneros
altivos levantaos ¡coño! porque aquí nadie se pone de pié por si se pierde la
silla por orden de Sevilla.
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