Don
lorenzo nos ha apretado de lo lindo en estos días y ha puesto la cosa al rojo
vivo. Tensión entre los hombres y mujeres del tiempo mientras que el tiempo
pasa y los que se hicieron con el gobierno andaluz siguen moviéndose a velocidad
de siesta.
La
administración va al ralentí con el estupor y la perplejidad de los
trabajadores escrita en la pantalla plana de su DELL de sobremesa y Linux de
código abierto. Y es que ya sienten que lo del SAE, por que existe aunque no lo
parezca un Servicio Andaluz de Empleo, y el INEM no les queda tan lejano ya que
un martes sí y viernes también los jerifaltes sacan el alfanje, y ya amputados
todos los miembros del sector privado, ahora se dedican con precisión
quirúrgica a los apéndices públicos.
Esto
parece la octava parte de SAW, “recorte o
muere” y como no quieren espicharla están dispuestos a, como el maligno
Puzzle de esa película, a sembrarlo todo de trampas asesinas para la cartera
ciudadana.
Nos
suben la luz, que ya da más miedo que la oscuridad. Ponen el agua a precio de bacardí
con cola y hasta al aire le colgarían 23 puntos de IVA si pudieran. El gas
natural sube, naturalmente y el tío del butano usa mono con cristales de
esvaroski porque las bombonas son artículo de lujo ya. El trombocid y el almax
vamos a tener que comprarlo de contrabando como el güinston de pata negra
cuando lo de fumar molaba. Los únicos másteres que los estudiantes van a poder
catar serán los del universo y en dibujos animados. Y los abuelos de mi barrio ya se han
organizado en una yakuza para trapichear con el voltarén y el nolotil en el
mercado negro
Ha
llegado la hora de pagar la cuenta y la minuta es un sablazo en toda regla.
Tanto es así que hay que echar mano de las tarjetas de crédito y débito a
tutiplén para abonar el dispendio. Pero
lo que da más coraje es que los que debieron administrar con tino se quejan de
que la culpa del engorde en la factura la tenga la adicción de los ancianos al
evacuol y de las flatulencias infantiles que obligan a invertir enormes sumas
en aerored.
Los
servicios públicos nunca estuvieron tan llenos de gente tirando de la misma
cadena
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