Haz lo que yo diga pero no lo que yo haga. Este aserto es cada vez más preciso para describir la manera con la que se desempeñan muchos de nuestros personajes públicos. Me vino a la memoria el título de aquella vieja película italiana de los años 70, “Virtudes públicas, vicios privados”, que narraba parte de la convulsa vida de Rodolfo de Habsburgo, heredero del trono austro-húngaro. Pero no quiero escribir aquí de cine del siglo pasado si no de lo que nos viene ocurriendo en los últimos tiempos en los que el refrán “consejos vendo que para mi no tengo” es muy útil para explicar a quienes nos rodean. Me explico. Resulta que el otro día iba yo a tomarme el cafelico de los sábados por la mañana y apostarme, estratégicamente, en la terraza de la cafetería que hace esquina. Desde allí uno ve venir e ir y es punto para ver y que te vean. En esas que llegó mi compadre Antonio Moreno y charlando charlando me vino a decir que a todos nos exigen el cumplimiento estricto de la norma y de l...