Todo el mundo habla de lo peligrosa que es la gripe pero pocos se ocupan del humilde catarro que llena de pacientes moqueantes las salas de espera en los centros de salud. La malévola cepa de la gripe, la muy jodía, muta cada temporada, nos acojona con el apellido de A, B, Aviar o Porcina pero mientras los resfriados van minando nuestras defensas con los cambios de temperatura, las calefacciones mal entendidas y salir en mangas de camisa a la calle sin consultar que hace un frío que pela y con esos trasquilones los agentes catarrales se cuelan dentro de nosotros en un maldito caballo de Troya hecho de tiritonas, toses, esputos y narices goteantes. La situación con el cambio de gobierno no ha hecho nada más que empeorar. Las puertas abiertas, las corrientes de aire, enfrentarse al exterior tras tantos años en un microclima de confort está haciendo que muchos ciudadanos sean fácil presa del enfriamiento, el escalofrío y el destemple. Parece que tampoco les va a mejor a los qu...