Jaén se mueve otra vez. Por lo menos lo hizo ayer domingo el suelo de la comarca de La Loma a fuerza de latigazos propinados en la escala de un tal rijter. Lupión y Begíjar, bueno sus vecinos, notaron el poderoso eco de lo telúrico que nos hace reflexionar; no somos nadie en este valle de lagrimas; mientras la cristalería buena del mueble bar tintinea y baila con el síncope subterráneo. Estremecer de fotos de boda, de comuniones y de paellas camperas con viejas cintas de vhs que atesoran los mejores suspiros de una vida que se resume mientras la tierra tiembla en una provincia tan quieta y tranquila, siempre, en la superficie. Se afanan pues, científicos y profanos, en explicar el fenómeno sísmico mientras que los barandas de la cosa se nos vienen arriba, animados por la cercanía de las elecciones, y braman y claman desde los atriles y balcones de sus predios favoritos para enardecer a sus masas y amasar a las del contrario con rodillo y tundidor. Ter...