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ÉRRIGO, ÉRRIGO




¡¡¡Tambralajá, jamalajá, jamalajá, trambalajá!!! se puede escuchar, a poco que una ponga la oreja, en plazas, calles y patios de colegio de Bailén. Los chavales se saludan con grandes aspavientos imitando un exótico acento que, vete tú a saber, como se ha puesto de moda entre la chiquillería. Se trata de uno de esos misterios populares que uno no atina a resolver ni a desvelar. Tampoco será fácil explicar cómo y de qué manera, el mito del flamenco, Juanito Valderrama se ha colado, con uno de sus viejos éxitos entre el repertorio de los chavales que entonan, a poco que se les deje “esa perrilla mía, Canela, tiene la nariz partía. Cazaora por el día y por la noche centinela, que bien se gana la comía”. Y si no me creen afinen el oído entre las esquinas y con un poco de suerte pasará un zagal con su mochila Nike, con su Nokia smartphone y las zapatillas Adidas tarareando la rancia copla del maestro de Torredelcampo.

Les cuento esto porque eso de los latiguillos, los dichos populares, las frases de moda son algo que siempre nos ha acompañado y, se tenga la edad que se tenga. Se hayan vivido más o menos Fiestas de Julio, a todos nos acompaña el soniquete de una cancioncilla o el pareado (que alguna vez fue ingenioso y ahora ya sin sentido de tanto usarlo) o la rima procaz y bruta que ayudaba a las peleas, que más o menos en broma, saltaban en las plazoletas y las eras en una especie de primitivo ancestro del hip hop y sus peleas de gallos:

     — ¡eres mú feo!
   ¡pues en ti me meo!
   ¡anda si miras bizco!
   ¡me la agarras detrás de un lentisco!

Rimas y rimadores que iban subiendo de tono hasta que uno le mentaba la madre al otro y le decía aquello de:

   — ¡tu pá hablar de mi madre te lavas la boca! ¡so mochuelo!
   — pues ya te tengo que cascar

Y claro la cosa salía por peteneras y no era raro volver a casa "aporreao" por defender el honor de tu madre y que ésta, al llegar a la casa, terminara de calentarte el hato con la zapatilla por llegar con un chichón en la cabeza.

Pero volviendo a los refranillos y dichos que han ido estando de moda en Bailén y que yo recuerde, seguro que usted amable lector tendrá su propia colección, quiero señalar aquellos que tomábamos directamente de los programas de radio y televisión y de sus anuncios para poder desenvolvernos en la vida diaria. Qué, por ejemplo, le decías algo a alguien y no te entendía y preguntaba:

— ¿pero que dices?
   ¡Anda y que te fagorices!

O aquellas de:

   Yo sigo como Joe Rigoli.
    Fue sin querer queriendo
   … y si encuentra algo mejor. ¡Cómprelo!
     — Paco Enrique, Paco Enrique tiene en muebles lo que usted necesite

Frases que se complementaban con expresiones tales como “a la taide”, que se usaba para exponer al interlocutor que eso a lo que se refería no iba a suceder nunca jamás de los jamases.Y si se quería ir más allá en la imposibilidad de tal o cual asunto se espetaba: “te va a dar el sol” o la variante más comarcal “te va dar el sol de Ibros”. De la misma manera se utilizaba el astro rey como elemento indispensable para expresar ironía o sarcasmo: “pues eso va a ser de la humedad del sol”, “tienes frío pues métete en el río y si tienes calor métete en el sol”.

A todo ello le podríamos ir sumando las expresiones que servían para hacer mofa de aquel niño que era proclive al cabreo, y que por lo tanto muchos más susceptible a las pullas y dichos de los demás. Aquellos niños “cabreones” se enfurecían como torillos cuando, apuntándoles con el dedo, el resto de la pandilla gritaba al unísono: ¡ÉRRIGO, ÉRRIGO, ÉRRIGO! se ha caído el mú cenutrio. A lo que el zaherido chaval respondía a grito pelado:

       —Pues un RESE pá tós vosotros.

Es decir un “rece”, que con el seseo bailenero no debe llamarnos al error, era el insulto máximo ya que el “rece” incluía una retahíla de exabruptos que interesaban a los vivos, a los muertos, al fornicio y despendole de las partes nobles e innobles de los miembros de la familia a los que iba dirigido.

También solía usarse mucho la expresión “iboa, iboa” para sacar de las casillas al prójimo o repartir la “marraneta”. Unas collejas a dos manos que se soltaban sobre la testuz de aquél que quería abandonar un juego sin que hubiere terminado.

Así que sin menoscabo de recibirla en mis propias carnes, la “marraneta” digo, hago mutis por el foro de estas páginas animándoles, a que juntos, le digamos ¡ÉRRIGO, ÉRRIGO! a estos días tan económicamente cabrones que nos ha tocado vivir y les echemos un buen “rese” a la crisis mientras oímos a los chiquillos tararear "Mi Perrilla Canela tiene el Hocico Partío".



(publicado en el programa de fiestas de 2013)

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