Ando
en mi poyete dándole vueltas a una idea que me prestó mi vecino de opinión en
estas páginas, Ángel López, que sirva para aprovechar el terreno improductivo
que han dejado las vías muertas del tranvía en Jaén. Una idea que le sirva al alcalde
para sacar unas perrillas, que falta le hacen, para cuadrar las cuentas a
finales de año. Así que puesto a darle a la cafetera se me ocurre que por muy
poco dinero, lo que vendrían a costar un par de cubos de 50 litros de pintura
acrílica y unas cuantas brochas, se podría ir dando color añil a los más de 4 kilómetros de vías
desocupadas de la ciudad e ir colocando unos cuantos letreros indicando a los
conductores que están entrando en una zona de estacionamiento de “pay per view”,
es decir la O.R .A
(la ordenanza reguladora de aparcamiento),
es decir la zona azul de toda la vida. Así el ayuntamiento sacaría
rendimiento a lo que es un hecho: que la gente se ha tomado a choteo
circulatorio lo del césped artificial y aparca por las bravas, entre los raíles,
para hacerse unos papeles en la Junta ,
actualizar la libreta en la caja de ahorros, tomarse un mentapoleo con los
colegas, echar la primitiva o hacer cola en el SERCLA mientras se negocia lo
del ERE de su empresa.
Creo
sinceramente que el baranda municipal no debería dejar pasar la oportunidad
para obtener unos ingresos atípicos gracias a la que sería la zona azul más
larga de España. Un autentico chollo que se podría complementar con la
proyección de películas al aire libre usando la plataforma tranviaria como un
enorme autocine cuando por la noche baje la demanda de aparcamientos. Para ello
la orografía de la ciudad ayudaría enormemente y bastaría colocar unas
pantallas en lo más alto de cada cuesta para dar visibilidad a los ocupantes de
los vehículos que previamente habrían abonado la entrada. De hecho la megafonía
de cada parada, aún sin estrenar, del tranvía, serviría para dar el sonido de
la película con una altísima calidad a lo largo de toda la inmensa platea.
O
sea que el tranvía tiene unas posibilidades para generar beneficios, incluso detenido,
como podría ser la concesión, previa subasta pública, del ambigú que surtiría
de bebidas y bocadillos a los espectadores del autocine o el arrendamiento de
las máquinas expendedoras de billetes reconvertidas en tragaperras. Y otro día
ya hablaremos de cómo utilizar las mierdas de perros, tan abundantes en las calles
de Jaén, como fuente de energía sostenible para el negocio. Pero de eso ya
hablaremos el año que viene.
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