El último invento de nuestros munícipes para luchar contra el caos circulatorio de la ciudad es el coche “ponemultas”. Una especie de “granhermano” con ruedas y una cámara de fotos para retratarnos en situaciones incómodas y comprometidas. Es decir que nos van a sacar la fotillo aparcados en el vado, en la doble fila o en el carril bus mientras esperamos a la parienta, el pariente o el pariento (que no se nos enfaden los de la corrección política). Si amigos, nos van a sacar el retrato mientras nos colamos en el último suspiro ámbar del semáforo o llamamos por el móvil a casa para decir que no llegamos, ni de coña a la hora de comer, porque estamos varados en el atasco de la Bariloche. Así son las cosas, estos de la cosa pública capitalina nos van a freír como boquerones en manojillo para sacar pasta para pagar los dispendios del ayuntamiento, que no les llega ni la camisa ni la nómina al cuello, y no intenten huir amigo conductor, y recuerde lo que cantaba la Peñuela, que en las circ...