Creo que
ya no nos queda nada más que IKEA. Habrá que apelar a la marca sueca
para que, lo mismo que a Teruel, alguien nos haga caso. Jaén necesita de
un representante,
de un mánager que coloque nuestras reivindicaciones históricas entre
las páginas de su catálogo de muebles y complementos del hogar. Jaén
necesita un tren al lado de las ofertas de camas Hemnes. Un ¿para cuando la
A-32? subrayando el precio de la estantería Kallax
o las facilidades de montaje que ofrece la cómoda Malm flotando en las
inservibles aguas de la presa de Siles. No se ría querido lector. A mi
me da envidia de como los turolenses han sabido buscarse la vida mediática y
hacer de tripas corazón colgando del rosado
skyline de Albarracín sus pancartas demandando mejores comunicaciones
aunque sea vendiendo cuberterías Förnuft o el demandado sofá cama
Friheten. Ya basta de hacernos las víctimas, como dijo el consejero de
Empleo el otro día al hablar de las manifestaciones
de Linares pidiendo atención para disminuir el paro del la comarca, y
hagámonos, todos los jienenses, viajantes de la empresa fundada por
Ingvar Kamprad. Colapsemos los accesos a San Telmo y la Hospital de las
Cinco Llagas (¿o eran siete?) con cientos de miles
de plantas Fejka y hacer que los diputados y consejeros se miren en los
baratos y recomendadísimos espejos Lots.
No hay
que dejar pasar ni un minuto más y firmar un contrato con los ejecutivos
de la empresa nórdica porque en Jaén tenemos lo mismo o más que ofrecer
que en
Teruel: malas carreteras, pésimos trenes, aislamiento sempiterno,
olvido administrativo y largas murallas y altísimos torreones para
colgar pendones y estandartes que flameen la comodidad de la butaca
Poäng. Enseñas que pregonen en su ondear lo imprescindible
que es en cualquier vivienda tener un
colchón de espuma Malvik por si se presenta una visita inesperada. No
hay que perder tiempo y comenzar las negociaciones con IKEA o cualquier
otra multinacional que publicite este callado
grito de resignación que algunos quieren trocar en un victimismo que no
es tal si no el orgullo herido por la traición continuada. Lleguemos a
un acuerdo con Decathlon y que Quechua se convierta en una línea
deportiva en la que las tiendas de campaña vayan
estampadas con las estadísticas del PIB provincial. Que los
espeleólogos lleven material Jaén con el eslogan «siempre se puede caer
más hondo y e ir más abajo». Hagámonos publicidad. Seamos una provincia
que deje de recibir a gerifaltes que hacen anuncios
a que nosotros nos anunciemos la perentoria necesidad de ser escuchados
aunque sea entre las ofertas del LIDL o los productos Hacendado. Seamos
como Teruel, anunciemos que todavía existimos
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