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Mostrando entradas de febrero, 2017

NÚMEROS

Un perro se mea en una esquina. Veinte mierdas sin recoger. Un joven con sudadera y capucha marca la fachada con un rotulador. Dos notarios y siete escrituras sin cobrar. Tres bancos, cero hipotecas. Un abuelo, ocho nietos y un timo preferente. Sesenta y cinco urnas y diez kilos de ceniza. Miles de votos quemados sin usar. Siete candidatos y cinco escaños. Pirandello dimitiendo como autor. Un concejal haciendo equilibrios en la barra del presupuesto. Ciento cinco impulsos, ocho subvenciones que se pierden por el sumidero. Cuatro millones de jornales que cambian de nombre. Cuatro Millones de peonadas que caen de los árboles. Un delegado va y viene para quedarse en el mismo sitio. Dos periodistas hurgan con los titulares de mañana. Un consejero y trece pelotas. Dos ministros con su legión y con su cohortes.   Dos más dos ahora dan cero en inversiones. Diecisiete portavoces mudos cargados con noventa toneladas de palabras y de nada. Tres proveedores municipales echan la persiana pa

VAMOS PAGANDO

  Cuando sonó el despertador nuestro protagonista ya tenía números rojos en la cartilla. Le cargaron el recibo del espotifí del niño y le faltó un euro. El tipo del banco le aplicó 20 euros de comisión por devolver el recibo y otros 36 por tener la cuenta en débito. Sin comerlo ni beberlo, el cafelico de la mañana, su compañía eléctrica; la que tanto mira por el verde ambiente y colorea de verde rabia a su clientela con recibos de 200 euros al mes; le aplicó la subida de la luz por culpa de la falta de lluvia y del aire para mover los molinillos y las turbinas. En la radio uno de los ministros importantes decía que había que acostumbrarse a pagar la luz cara y nuestro amigo pensó que también habría que acostumbrarse a aguantar a gobernantes incompetentes. Aún no sabía que en el buzón le esperaba el requerimiento municipal para pagar el derecho a cruzar parte de la acera de su calle para meter el coche en el garaje y una carta, con matasellos de León, que contenía una foto suya

YO ME ACUERDO

Qué somos si no un batiburrillo de recuerdos y memorias. Una sombra en el quicio de la puerta durante un breve verano. Si acaso la silueta descansando en la cerviguera o el fugaz pestañeo de un relumbre en el poyete de la alberca de la vida. Así andaba yo el otro día ensimismado en mis cosas con esta y otras reflexiones cuando me vino, como de soslayo y refilón, el recuerdo de aquella jornada de trompeteo neroniano. UN día en el que abundaron los trajes de alpaca recién estrenados, los correteos de los correveidiles por los corredores del campus. Una fecha pródiga en empujones y codazos protocolarios en la que, muy principales figuras, anunciaron que la provincia tendría una facultad de medicina. Por fin, dijeron tan primordiales personas, los jienenses podrían   hacer el juramento hipocrático aquí al lado sin tener que irse donde atan con longanizas a los perros que a nosotros nos rehúyen. Añadieron que era de justicia y lo mismo que llegaron, con alardes timbales y címbalos, se