La
política fue un día el arte de lo posible. También la verdad, ayer, encajaba
con aquello que estaba pasando realmente. Hoy ni una ni la otra cumplen con
esos. La política es el arte de hacerlo imposible y la verdad no es aquello que
ocurre si no lo que crees que está ocurriendo. Días extraños aunque no nazcan
carneros con dos cabezas o las mazorcas se pudran en el campo. Son días de
caos. Desorden que se agranda en los meandros que dibuja el río de la vida en cada
ciudad. Soterrado burbujeo que culebrea por las cloacas y alcantarillas. Arroyo
de aguas negras que se pierde entre las cañerías de depuradoras inservibles. Mientras
nos cuentan que de los grifos salen montañas destiladas. Que somos referentes. Que
de nuestra capacidad se reforzará nuestra capitalidad. Que vamos a mejor. Que
somos imparabes a pesar de los miríadas de parados. Que nuestra tecnología está
en el espacio mientras que los lugares se quedan en el vacío. Aún así la neolengua
medra por las redes sociales y medios de comunicación, impulsar, visibilizar,
transversalidad, crecimiento negativo, moderado estancamiento, empoderamiento,
heteropatriarcado, androcentrismo, personas en proceso de ocio y así hasta
toparse con Orwell: «¿No ves que la finalidad de la neolengua es limitar el
alcance del pensamiento, estrechar el radio de acción de la mente? Al final,
acabaremos haciendo imposible todo crimen del pensamiento. En efecto, ¿cómo
puede haber crimental si cada concepto se expresa claramente con una sola
palabra, una palabra cuyo significado está decidido rigurosamente y con todos
sus significados secundarios eliminados y olvidados para siempre»
En Jaén el aire enfangado y
lacustre siempre huele a lo mismo. De la turba salen a flote, una y otra vez, los
mismos cadáveres. Calaveras de asuntos pendientes. Crímenes sin resolver.
Asesinatos imperfectos de proyectos que brotan y rebrotan como una pelota como
una higuera local contra la pared de la historia. Son tiempos de posverdad. Si
ya te lo crees no es necesario hacerlo. Es la estrategia que están llevando a
cabo. De tanto hablar de la Ciudad de la Justicia creemos que ya existe pero no
es apenas una colección de líneas de rotring en papel cebolla. Aunque lo
parezca, por el tiempo ocurrido y por todo lo dicho, los presupuestos del
ayuntamiento no existen salvo en resmas de papel manila aún por imprimir. Y así
podríamos seguir con mil y un asuntos que han costado más en tinta que en
ladrillos. Pero como dijo Popper « No hay que discutir sobre palabras… podemos
escoger cualquier nombre que nos guste» o que mejor cumpla el objetivo que
perseguimos y así hasta volver a las cuitas de Winston Smith, que de haber
llegado a Jaén en los 90 hubiera leído las pintadas de «Lola Folla». Letreros
que abundaban en los muros de la ciudad. Como buen funcionario del ministerio
de La Verdad seguro que hubiera conseguido borrar a la turgente Dolores del
imaginario colectivo en un plis plas. Pero todavía nos queda un atisbo de
esperanza, porque aunque no lo digan en el feisbuc ni en el tuiter ni en la
tele, Lola sigue follando.
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