«Lo
que no pase aquí no pasa en ningún sitio». Me dice un parroquiano bie temprano
mientras tomamos café. Me cuenta que en Cazorla un jepeese traidor encajó,
hasta atraparla sin posibilidad de salida, a una furgoneta en un callejón. Me cuenta
mi compadre que el conductor del tontón malévolo se fío de la tipa y girando a
la derecha y luego a la izquierda acabó empotrado entre dos esquinas y siendo
portada de papeles y pasquines en el balcón de Zabaleta. «Es que en Jaén ni el
guglemaps funciona. Esa furgoneta es como la provincia que va dirigida de oídas
y pasa lo que pasa. Atascaos hasta las asas». Asegura otro cliente, lapidario,
de esos que se leen el periódico de pé a pá y puntúan cada titular con resoplos
y gruñidos. La verdad es que no le falta razón. Seguimos a pies juntillas el
manual y acabamos en la calle salsipuedes esquina con ágarrate que te caes.
«Por no hablar del tren y de la madre que los parió» insiste otro señor al
fondo, donde siempre hay sitio. «Tú pones en el tontón buscar el lugar dónde se
cogen los trenes en Jaén y la locutora se mea de la risa diciendo:
recalculando, recalculando, recalculando». El camarero, detrás de la barra,
tercia señalando que «en la ciudad han cambiado tanto el sentido de la
circulación que hasta al coche del streetviú que manda las fotos al satélite lo
multaron un par de veces. Subir con el peyot por el Paseo de la Estación es
como una prueba de Humor Amarillo. Y si bajas por la Avenida de Madrid es cómo hacer
eslalon por Borreguiles». Llegado a este punto se lanza la conversación en la
cafetería, mientras lánguidamente; como todo lo que ocurre por estos parajes,
se va haciendo de día. Basta poner la oreja para escuchar esa soterrada
indignación que late en las charlas de barra de bar y barbería. Barbaridades
que no ocurren y que van poniendo de
manifiesto el hondo cabreo que se ha ido sedimentando en las entrañas de los
jienenses. Zanjas con las que hemos ido creciendo y que nunca se han colmado de
otra cosa que de maleza y hastío de repetidos titulares. «¿Cuántas veces han
anunciado que iban a soterrar las vías del tren y que la estación sería
intermodal», «¿interqué?», «no te enteras de ná. Que servirá para pavas y
trenes al mismo tiempo», «no veré yo eso», «¡coño ni tú ni yo ni los nietos de
éste. Fíjate en la ciudad de la Justicia que ahora resulta que el proyecto es
más viejo que el Platón ese», «pos ya tienen la primera pieza para el museo
íbero: el plano del edificio», «anda que no dieron la castaña ni vinieron
consejeros a ver el solar», «pos ya no quedan más que jaramagos y menos mal que
vinieron los de la tele…si no eso se convierte en otro nío de juntar basuras y
gatos», «lo mísmo ahora con lo del nasionalyeografic le da por venir a la
consejera de Cultura y le da un empujoncillo» «qué te lo crees ahora están a lo
suyo en lo de los congresos y sus reuniones». Y apuramos cafés, manzanillas y carajillos
y el bar se vacía y los talleres y oficinas se van llenando de gente que se
entera más de lo que parece y el día que un Esquilache de turno mande recortar
el largo de las capas la peña se emboza y se lían a dar estocadas y va a arder
hasta la última vela al grito de ¡sursum cordan!
En Cataluña dicen que van a cambiar la Navidad por la fiesta de invierno y la Semana Santa por la fiesta de la primavera. Una consejo del Consejo Escolar de la región. Es decir que el popular "caganer" se quedará sin sitio para hacer sus deposiciones ya que en la fiesta de invierno no caben tampoco los belenes. La verdad es que cada día que amanece el número de tontos crece y no paran de buscar agujeros para meter la pata por decreto. Por el momento en los colegios de Jaén está permitido que los chavales se deseen felices Pascuas, pero si la ola catalana prospera de dificil manera se podrá casar ideologicamente la imagen de la alcaldesa socialista entregando, arrobada, su bastón de mando a la imagen de Nuestro Padre Jesús con esta mania de sustituir el crucifijo por una foto del presidente autonómico o a los reyes magos por un vejete con sobrepeso vestido de terciopelo rojo.
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