«Lo que no pase aquí no pasa en ningún sitio». Me dice un parroquiano bie temprano mientras tomamos café. Me cuenta que en Cazorla un jepeese traidor encajó, hasta atraparla sin posibilidad de salida, a una furgoneta en un callejón. Me cuenta mi compadre que el conductor del tontón malévolo se fío de la tipa y girando a la derecha y luego a la izquierda acabó empotrado entre dos esquinas y siendo portada de papeles y pasquines en el balcón de Zabaleta. «Es que en Jaén ni el guglemaps funciona. Esa furgoneta es como la provincia que va dirigida de oídas y pasa lo que pasa. Atascaos hasta las asas». Asegura otro cliente, lapidario, de esos que se leen el periódico de pé a pá y puntúan cada titular con resoplos y gruñidos. La verdad es que no le falta razón. Seguimos a pies juntillas el manual y acabamos en la calle salsipuedes esquina con ágarrate que te caes. «Por no hablar del tren y de la madre que los parió» insiste otro señor al fondo, donde siempre hay sitio. «Tú pones en e